viernes, 31 de diciembre de 2010

Vagabundear.

Mucho he aprendido en este trajinar que es la vida, de las aventuras y travesuras que para la mala fortuna mía se van haciendo cada vez más pocas y exageradamente escasas. El encanto de dejar atrás algunos vicios y mandatos de una vida de Peter Pan cosamaloapeño ha sido para el mi una retirada resignada que ya no da tregua alguna. Sin embargo aun sigo contento con este despliegue de moral insolente que no tiene escalafón ni final alguno, y que le falta el respeto a la razón y a mis amigos de las farras. Herido sin remache y sin cigarro en mano no me da más que sentir nostalgia por los días que fueron, y ver pasar sin emoción y rencorosamente el vaivén del humo que exhalan mis amigos, las putas, los taxistas, los chulos, el sapo, y hasta el viejito que se ve tan bien fumando.
Uno va evolucionando ciertamente, y más cuando aprendes a sobrevivir y emprender esos viajes austeros y llenos de aventuras que te dan la pausa sincera para recordar tu casa, tu madre, la comida, el colchón de tu cama y hasta la buganvilia que se planta enfrente de mi casa y se seca y reverdece. Gracias a la vida he conocido el fruto del cerebro humano tanta veces como pocas para razonar bien quien soy y quienes me ven, para mostrarme mas como lo que soy, para pisar y fraguar el día, fingir no conocer lo que ya se, besar y amar con un corazón y un alma, y sobre todo este destino de escritor soñador y peligroso que nació un buen día de septiembre y que para suerte de todos no resulto mudo como muchas pensaba, sin embargo si fue el loco que todos apostaron y que hasta el sol de hoy no cambia pues su destino esta ahí, presente y singular, vagabundo y febril.
Ahí quedaron los 365 días y las 500 noches de mi vida en este año donde mas desidioso y solemne sigo encontrando mi mundo en la hoja en blanco donde invito, sueño, donde soy un Sherlock Holmes, otro mas de los Buendía, y algún laberinto de Borges y un dragón de Camín. Y sobre todo un amante que vuelve siempre a pensar en aquella señorita que siempre mira tras cerras sus ojos.
Busco siempre entre todo el pan, el amor, la felicidad y los amigos. Con todo esto uno puede volverse inmensamente feliz, así con todos sus condenados futuros y alegría postergada a una eternidad que viene en ciclos menstruales.
Hablar del amor me resulta meramente asunto de las autopistas, o salitas de esperas de una estación, y es que para mi en particular aprendí a vivir entre esos menesteres que catapultaban mi amor hacia lugares insospechados. Yo que gracias a ti me descubrir un amante clandestino, un enamorado dando serenatas, y chulo pasional de ricos probadores, un Romeo del nuevo siglo.
Faltarían horas y muchas palabras para que yo agradeciera a tantos y tantas personas que me hicieron crecer a lo largo de este año, por eso solo pondré puntos suspensivos por que la tarea del futuro es continuar la travesía:

Francisco Rico Hernandez.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Diciembre.

Diciembre, luces, risas, pirotecnia, amistades, frío, comida, regalos,deudas,
trabajo, besos, duendes, Harry Potter, suegras, dulces, amor, piñatas, viejos, tequila, tias bailando,familia, desilucion, borrachos,abrazos...
Que raro es este mes de Diciembre...

martes, 7 de diciembre de 2010

Mientras tanto.

Quien dice que desmerezco el verso
Lánguido de tu boca,
Si a altas horas de la noche es el acabose
Del deseo, tú sombra que apacigua mis sentidos.
Mas vale pensar que muero por ti,
Que son los arcángeles de los números rojos
Que encienden los finales.
Mientras tanto no hay ruido que no acompleje,
Ni verso que te penetre y te ponga en cinta,
Ni besos que te maten, ni epidemia de mí
Que encuentre camino en la resurrección de tu ser.

Febrero del 2010.

Francisco Rico Hernandez.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Es Mentira.

Es Mentira que sepan lo que quiero, es mentira que no tenga ambiciones, es mentira que me crezca la nariz, es mentira que no tenga enemigos, es mentira que no te haya mentido, es mentira que sea un caballero cuando nadie me ve, es mentira que me aleje de ti




Francisco Rico Hernández.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Tú bien lo sabes.

Tú bien lo sabes que no me gusta verte hablar con otro, que no me gusta que tus lindos ojos miren otros ojos que no sean los mios, tú bien lo sabes que mi alma siente unos celos mortales cuando yo miro que con otro sales, y que me quedo esperando por ti...






Hector Lavoe.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ausencia de TI.

A Laura.


Aparécete, entre esta gente que no conozco.
Mi corazón te busca, le urge tu alma
Iluminada.
Aparécete y puebla la plaza de ojos
Que mi cuerpo está en llamas,
Buscando tú sangre junto a la mía.
Eres piel que no toco ni beso.
Aparécete que me haces falta ahora que me quiebro,
Que me caigo en múltiples estatuas.
Es cruel ésta ausencia que me abraza
Mientras inmóviles tengo yo los brazos.
Un corazón hirviendo.
Aparécete que quiero verte,
Ante la pupila que descubre,
Que tiene todo enfrente y que ya no
Imagina tu cuerpo.
Aparécete que quiero verte, Laura.



Francisco Rico Hernandez.
31 de Octubre del 2010.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El Secreto Prodijioso.

Aquella tarde don Tito había llegado puntualmente al parque Castillo, eran pasadas de las cinco de la tarde y los remolinos que antes jugaban intempestivamente sobre los cerros ahora bajaban a la calle.
Ese día don Tito como todos los jueves había asistido al parque cumpliendo en ese acto vigoroso las formalidades de las costumbres. Él estaba vestido otoñalmente en plena clausura del verano, llevaba puesta una camisa almidonada de mangas largas abotonada desde el cuello hasta las muñecas, un pantalón gris de tela corriente y un par de botines desvencijados; el sombrero caribeño que tenia puesto sobre la cabeza era de ala ancha, sus canas eran plateadas y tenia una mirada de desamparo en esos profundos ojos color café. Don Tito estaba sentado en una de las bancas del parque en solitario, tenía los brazos cruzados y miraba a la gente pasar, permanecía callado, sin suspiros, vetado de risas, esporádico de emociones.
Todos ignoraban con acertada precisión lo que aquel anciano pensaba o simplemente imaginaba al ser testigo del discurrir de los transeúntes. El estado abismado de don Tito era rigoroso y su soledad se deslindaba de los ocios.
Algunas personas rumoraban siempre algún acontecimiento sobre la vida de don Tito, ya que él muchos años atrás era un prestigioso abogado y de la nada se había convertido en un maniquí viviente en un mundo de vivos curiosos. La gente que lo conocía recuerda que cierta ocasión viajó Europa en un viaje que duró poco más de un mes. A su regreso de la Valencia que fue última ciudad que vistió algo en él había cambiado, se le notaba en la mirada, en su misma persona. A base de estos acontecimientos se formularon algunas hipótesis que avalaran aquel silencio de hierro que forjaría una nueva personalidad en don Tito. Unos dicen que el viaje que emprendió lo hizo para convertirse en un expía de una de las tantas guerras de Europa y que logró someterse al juramentó de honor al guardar un secreto del Estado Mayor el cual nunca revelaría y que llevaría consigo hasta el lecho nupcial de la muerte.
Había un organillero desventurado que algunas veces se escapaba de la capital y llegaba a Orizaba cada vez que lo ameritaba su necesidad, aquel hombre pasaba largar jornadas en el parque Castillo y como era claro de entender comprendía el secreto austero del mismo anciano que llegaba cada jueves a sentarse en la misma banca del parque. Él me contó cierta ocasión que un jueves hace dos años atrás mientras tocaba todo el repertorio con su caja musical, observó que un par de españoles se acercaron a don Tito para averiguar aquel secreto inmemorial que guardaba, supo que eran ibéricos porque minutos antes le cuestionaron por aquel artefacto musical que ejecutaba melodías con ese toque tan especial.
—Sin embargo aunque trataron de persuadirlo de muchas formas no lograron robarse de don Tito ningún bostezo — me comentaba —.
—No te creo — finalicé diciendo—.
Yo no había creído esa historia paparrucha, al contrario pensé que aquellos españoles sólo eran turistas que se acercaron a ese anciano para preguntarle donde estaba el hotel más próximo. Estaba seguro que don Tito no pudo haber sido en sus tiempos mozos un espía, no encontraba vestigio alguno que lo avalara, además por el contrario su cuerpo era flácido y menudo, y era claro que una regla inquebrantable de los espías de las guerras frías es medir mas de 1.80 centímetros. Como ese rumor tampoco creí los otros, en especial el del padre Facundo que decía que don Tito era un fiel de la iglesia católica y que esperaba con devoción sentado en el parque y frente a la iglesia que algún santo novedoso lo llamara para de una vez compensar su inflexible paciencia. También omití con cierta incertidumbre el cuento de la mundialmente desconocida poeta Laura Valentina Guiza la cual argumentaba saber que ese anciano consiguió vender su alma al diablo por culpa de un amor platónico que no era correspondido, por esa razón a veces permanecía en un estado vegetal ya que el diablo apretaba su alma y corazón para humillarlo y dejarlo sin voz por el resto de su vida. Eso de que don Tito le vendió el alma al diablo me parecía muy romántico y claro como soy Piscis tuve mis razones para créelo. — Tal vez si, — pensé.

Lo que comenzó como un misterio de hora de comida, se había trasformado en un acto de honor que ni el mismo Sherlock Holmes hubiera desperdiciado. Había escuchado del secreto prodigioso de don Tito por primera vez en una comida sabatina de esas que se dan a la fuerza para unir los lazos familiares con parientes que ves cada quincena. En la reunión la abuela comentaba románticamente que de joven había sido otra colegiala que llegó a sufrir los estragos del amor no correspondido de don Tito. << Era indudablemente hermoso, con sólo escuchar su voz te elevaba al firmamento>>, decía la abuela evocando el recuerdo de aquel hombre. Luego aclaró que la única mujer que volvió irremediablemente loco de amor a don Tito fue Paloma Cisneros, la misma hija que acompañada de su padre había llegado a Orizaba con el propósito de abrir un taller de pintura. Sin embargo un día enamorado ya de ella don Tito vio partir a Paloma para no volver jamás. Después de ese momento don Tito desapareció por muchos años hasta que un día regresó más callado y taciturno que nunca. Ya no era el mismo. Mi abuela con la lucidez de sus sesenta años a cuesta aseguraba que después de Pedro Infante don Tito era lo mas hermoso que habían vistos sus ojos.
El verdadero sentido de mi previsora interrogantica hacia el despego social de don Tito con el mundo y la mierda de su amor huido y perdido nació cuando escuché que la abuela dijo las últimas palabras que se escucharon de don Tito Acuérdate de mi Paloma.
Y así fue como empecé a enamorarme de aquella historia que somete a los años y remide la confianza y la espera a cenizas que se lleva en silencio el viento.
La fama de aquel silencio consiguió ser escuchada en toda la ciudad y pasar intacta entre generaciones que algún día contarían lo que saben a sus hijos y a los turistas que tímidos y desconfiados observaban de lejos a el anciano que callado miraba todo. Entonces por aquella razón procuré viajar de Cosamaloapan a Orizaba cada temporada vacacional o fin de semana que lo permitiera, sin embargo en éste verano tenía la convicción de que por fin don Tito se dejara seducir por mí y violara su silencio inmemorial.


Por eso días yo era un pibe que estudiaba con esmero en las clases de lectura y redacción, fanático de los Pumas y con un corte de cabello que era burla de los chicos del barrio. En esta temporada vacacional en Orizaba yo trabajaba en el triste y solitario Café Tarumba; hipotecado dos veces, heredado y administrado por tres generaciones continuas, y que ahora era propiedad de un solterón ilustre de los tiempos modernos llamado Manuel Centeno; benefactor de los duelos de la melancolía y tertulias amenas de una ciudad meramente parisina en claustrada mágicamente en el México del nuevo siglo.
Lo había conocido gracias a su ex novia que resultaba ser mi prima Olga que fuera su lucero para después destruirle su vida por culpa de un tipo torero que se plantó en la Plaza de Toros la Concordia un mal viernes de Septiembre.
Correspondido por el tiempo y el momento Manuel Centeno supo la verdadera historia del aquel anciano lánguido y preso de un silencio que lo devoraba sin consuelo alguno y que padecía también en la costumbre la ley de ir cada jueves a sentarse en las bancas del parque sin mover ni un palmo de su cuerpo. En una confesión de whisky en las horas donde ya no aguantaba la rutina y el otoño perecedero de recuerdos me confesó que conocía toda la verdad del secreto prodigioso.
—Dígame el secreto — le dije —. Al cabo que nadie aguanta tanto silencio.
Cuando quise atacar su confiabilidad y deshojar el ramo de su memoria perdurable y hermética el rostro de Manuel Centeno cambió y me dijo:
—No debe de haber curiosidad en ti.
No tomé muy enserio su comentario y sin preámbulos le contesté: — Hay gentes que rumoran sobre la vida de don Tito, construyen hipótesis sin sentido, usted debería un día de estos descargar el peso de aquel silencio. No hubo respuesta. En cambio se dirigió a la cocina y sacó de la alacena la bolsa de Café Cordobés para enseguida echarlo a la cafetera que empezaba a calentarse.
—No dudes Xavier que la razón por la que don Tito está allí sea muy importante — me decía mientras preparaba el café —.
-¿Usted esperaría tanto tiempo? — le pregunté de un tajo —.
—Si yo tuviera las mismas razones lo haría sin dudarlo — apuntó complaciente —.
—Ningún pecado vale tanto la pena — insinué —.
—Desgraciadamente la soledad si.
El agua de la cafetera estaba hirviendo, el olor diáfano del aroma del café impregnaba el ambiente.
Manuel Centeno jamás abjuró a la encomienda que las casualidades de habían asignado, ya que el día de infortunio él fue testigo por casualidad del secreto de don Tito.
—Fue un jueves del mes de mayo hace treinta años atrás, yo era muy joven, tenia tan sólo quince años, lo que vi y escuché jamás lo contaré. No eres el primero que me pregunta acerca del secreto de ése anciano, sólo te diré que él sucumbió y alimentó su propia perdición.
La niebla cubría gélidamente los cerros aquella tarde de un jueves, yo aun mantenía la esperanza inflexible de descubrir el secreto de ése viejo que estaba sentado sin moverse en una de las bancas del parque Castillo. Por eso cuando tuve la primera oportunidad de escaparme del trabajo lo hice y caminé por calle Real hasta bajar a Francisco I. Madero y llegar al parque Castillo.
Me establecí a pocos metros de él y me compré para apaciguar los nervios una lata de Coca-cola y le bebí mientras pensaba como abordar a don Tito. Me sudaban las manos y fue cuando por primera vez se me antojó un cigarro.
Cuando por fin dejé atrás el respeto hacia su conciencia hermética y decidí lamentarme de la banca don Tito se puso de pie, me dirigió una exigua mirada y caminó a pasos lentos hasta llegar a una caseta telefónica la cual se situaba a pocos metros a la izquierda de su ubicación. Allí su memoria encontró caminos de regreso, depositó con su pulso palpitante un par de monedas en el aparato para después marcar una serie de números sin equivocación alguna, enseguida alzó la bocina y vislumbré de lejos que aquel anciano se envolvió en una conversación que tan sólo duró algunos minutos.
Cuando don Tito terminó de hacer su llamada y colgar el teléfono su cara marcada por lo horrores de la soledad y el desconsuelo, obtuvo por fin la tregua del alivio, ese con el que había soñado tanto tiempo. Don Tito se alejó de la caseta telefónica y continuó caminando lentamente, antes de que se perdiera de mi vista y que desapareciera de la ciudad como si la tierra se lo hubiera tragado, vi que por primera vez don Tito pasiblemente dibujó una sonrisa en su rostro al ver que un niño derramó accidentalmente sobre el piso su helado de chocolate.





Francisco Rico Hernandez.
Ciudad Mendoza, Veracruz.
23 de Julio del 2009.

jueves, 28 de octubre de 2010

Sueños.

Calmamos los sentidos, flotamos en el aire
Y luego soñamos.
¿Qué es el arte de soñar? ¿Adormitar el alma, vivir
Un juego de vidas que le dan pausa a la realidad?
No queremos despertar,aun estamos descalzos y
No sentimos el hambre,tenemos los ojos cerrados,
Y unas manos abiertas, y un aire que se desliza
Sobre la piel, ése aire es de sueños y viene atravesando
Dimensiones,otorgando paz.
Un sueño,sólo eso tenemos y nos pertenece mas sin
Embargo lo perdemos cada amanecer.




Francisco Rico Hernández.
27 de octubre del 2010.

martes, 12 de octubre de 2010

Luz.

Que hay en la luz? Acaso son tus ojos que le prestas al viento,
¿Que hay en la luz? Tu cuerpo está quieto, como en silencio, Dormido.
¿Que hay en la luz? Yo te miro, analizo, tiempos, horas, amores.
¿Que hay en la luz? El sol viene y se trae todo el escándalo del mundo,
Despertaras, hay ángeles que esperan el café, el aire te despierta.
Hoy sabré que dicen tus pasos, tu voz que recorre la casa,
Tus besos que se colocan en paz, la cinco de la tarde.
¿Que hay en la luz? porque cuando estoy despierto tengo tu imagen
y cuando duermo apareces.

Si me hablas a mi, no uses la lengua,
para verme mejor cierra los ojos. Hay luz en el agua.



12 de Octubre del 2010.
Francisco Rico Hernández.

domingo, 10 de octubre de 2010

Serenata.

Bajo las estrellas tu rostro, el firmamento lejano y prendido.
sueños que duermen, tu sonrisa enamorada.
Balcones, yo abajo,te miro, la calle desierta, sin policias.
Clandestino, busco tu amor. Una cancion, serenata, bicicleta,
un mudo,Amor a altas horas de la noche. Despiertos, escondido.
Madrugadas, tu madre se despierta,
yo salgo corriendo.



Francisco Rico Hernández.
10 de Octbre del 2010.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Mestizaje.

Mestizaje, Sangre y Lágrimas.
Brebaje de guerreros, de un Dios complacido
Un sol que se come océanos.






Francisco Rico Hernández.
6 de Octubre del 2010.

viernes, 1 de octubre de 2010

Laura, on my mind.

Cierro mis ojos esperando a que tu imagen
Llegue a mí.
Cierros mis ojos, ahora te tengo conmigo.
Tu imagen es permanente, diáfana, limpia,
Sincera.
Cada vez que cierro mis ojos te siento cerca de mi,
tan sonriente, preciosa, bonita; y ciertamente
Interminable.
Eres el encanto que nació mujer, la noche insondable
Que me llena de sueños, un corazón compartido,
Un beso que me cura el alma, el firmamento
Donde descanso.
Laura ahora en el silencio de la noche debo de confesarte
Que estoy feliz,
Porque cada vez que cierro mis ojos puedo llevarte
A todas partes conmigo.



Francisco Rico Hernández.
30 de Septiembre del 2010.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Diario de un Peatón.

En la madrugada con un frío del carajo me despedí de mi madre, subí al taxi que puntualmente había llegado a la hora que se pactó 5:40am, alcancé a decirle a mi madre antes de marcharme — Me voy para ser famoso— Ella me miró y cruzada de brazos me lanzó un gesto de complicidad.Mientras el taxi discurría por el pueblo observé las calles vacías y una madrugada que ostentaba para los rumberos el regocijo extraordinario de la noche anterior del antro, cuando llegamos a la zona céntrica vislumbré a un par de tipos que se habían divertido mas de lo debido, uno de ello se detuvo a vomitar; descargando los excesos de la fiesta.
— Mierda, esos podríamos ser mis amigos y yo — pensé desilusionado—.
El taxista tuvo la buena idea de no hacerme plática, éste señor canoso y de espalda ancha se apresuró a poner en su estero una canción optimista de Diego Torres que decía más o menos así Es mejor perderse que nunca embargar, mejor intentar que dejar de intentar/ color esperanza. Cuando llegamos a la estación de autobuses creo que hasta el panteón era más divertido que la misma, tuve las ganas de fumar, pero recordé que una cajetilla de cigarros comprada en una estación de autobuses era un gran pecado a la economía.
En la ventanilla pedí el asiento número 9 que según la astrología china es mi número de vida y de buena suerte. El viaje demoró más de lo que había pronosticado, los intermitentes ronquidos de mi vecino de viaje mermaron mi sueño, pero gracias a eso observé el amanecer majestuoso en el puente de Alvarado en donde los rayos del sol se acostaban sobre el mar. También escuché en aquel viaje casi toda la vida de una anciana que nació en 1925 y que evocó en una tertulia viajera todos sus recuerdos hasta el año 2008.
Después de tres horas llegamos a la ciudad de Xalapa, había emprendido el viaje para asistir a la Feria Internacional del Libro Universitario que se organizó en esa ciudad. Creo que asistí por pura coincidencia y tentativas del destino, fragué el viaje con dos semanas de anticipación y, según yo y mi amigo seria un viaje de placer, de excesos y de libros. Pero el muy cabrón no ahorró el dinero pertinente, y por eso después tuvimos la idea sensata de irnos mejor a Orizaba, yo llevaría las llaves de la casa de mi abuela, la cual estaba desocupada y acta para dar asilo a un par de canallas buscadores de fiesta y mujeres. Luego recibimos la invitación de Carlos, un cronista amigo que nos pedía que lo acompañáramos a Tuxpan al congreso crónico de ese mes, tenia la certidumbre que nada cultural nos esperaba allá, eso si, como cuatro botellas de brandy, y una de tequila y como seis cajetillas de cigarro y un puto desvelo de lujo. Nos tentó por completo la esa idea de excesos. Eso era lo mejor. Pero el destino hizo gala de presencia y tres días después recibí un e-mail de Carlos diciéndome que se cancelaría el congreso y por su parte César me dijo que tendría gastos inesperados y no viajaría conmigo a ninguno de los lugares puestos al menú de las aventuras. Como uno nunca sabe adonde va a parar decidí mejor mandar al carajo a ambos y me embarqué en el primer carro rumbo a Xalapa, solo, eso si, pero con el milagro de no tener un futuro realizado.
Al llegar a CAXA para que el cansancio fuera mermado y el sueño desapareciera me tomé una taza de café ideal para despabilar al cuerpo y mente. Sentado en la cafetería observé en el reloj digital que colgaba del techo que eran las 9:40am y sentía que tenía el tiempo para hacer de todo. Estábamos pocos en la cafetería, a mi derecha un especie de Hippie estaba bien acompañado por una rubia fea, y enfrente de mi estaba una anciana junto a su nieta, ella si era linda, no pasaba de los diecisiete años, tenia las mejillas rosadas y una valeriana en la cabeza, unos convers cuadriculados rosas, y estaba entretenida degustando su helado hasta la ultima gota del mismo. Yo ordené un sandwich y al instante recordé que tenía el dinero contado y tenía que adminístralo de la mejor manera. Después procuré que la chica de enfrente me mirara y así lo conseguí, la miré el tiempo disponible y ella no supo que hacer, noté su nerviosismo. Su abuela decidió ir por su desayuno, dejando en ese acto de locomoción el espacio intacto y bien desocupado para que yo, el peor Latín Lover del barrio, entrara a ocupar una plaza en el paraíso junto a ella. Pero no lo hice, sólo acerqué mi imaginación pero no mi cuerpo. Su abuela regresó, pagó la cuenta, se pararon y se fueron perdiéndose entre la multitud.
A continuación salí de la estación y pasé por una plaza en donde vendía una cantidad de libros, que si yo hubiera tenido el dinero suficiente me hubiera comprado uno. Abordé un taxi que me llevó al Museo del Transporte, cuando observé el recinto quedé deslumbrado, yo sabia que en ese lugar encontraría lo que tanto había buscado.Bajé las escaleras de la entrada principal y caminé por el pasillo mirando a mis alrededores; divisé el cartelón del FILU que colgaba de un póster y que mostraba a Carlos Fuentes, Octavio Paz, Emilio Carballido, Prof. Gonzalo Aguirre Beltrán y ha Dagoberto Guillaumin.

En esa mañana del 20 de septiembre había pisado por primera vez el Museo del Transporte, el sol alumbraba al inmueble y el frío esperado en la ciudad fue opacado por los cambios intempestivos del clima. Yo un fulano recién desempacado de la cuenca del Papaloapan, tenía las más grandes convicciones de lograr encontrar una editorial que me diera la oportunidad de mostrarle mi trabajo literario, sabía que también que el lugar estaría lleno de libros, escritores y de casas editoriales.
Al entrar una señora me dio un par de boletos dizque para que participara en una rifa que organizaba el evento, después me dirigí inmediatamente hacia la exposición de Emilio Carballido e hice en menos de cinco minutos una columna para el periódico donde trabajaba, al girarme hacia la derecha vislumbré a una rubia insultantemente bella que saludaba con delicadeza a los tipos con los cuales ella compartía una tertulia.— Que carajos, una así y me caso, pensé.
Saqué de mi mochila trotamundos el programa del evento y me enteré que en el salón 1 se exponía La mesa redonda de Literatura y los Blogs que fue presentada por Pedro Ángel Paulo, Sandro Cohen, Patricia Souza, Magda Díaz y Morales y Marco Tulio Aguilera.
Los expositores debatían acerca de esta evolución del blogs en el Internet y las consecuencias a futuro que tendría el libro en esta blogosfera. Así con las melancolías y preocupaciones de un pasado tan añejo Sandro Cohen se refirió al cambio tan brutal que ha puesto en jaque al mundo tan nítido para convertirlo en una masa de prisas, miedos, inseguridad, de tarjetas de crédito, de ropa cara y de desaventuras que la misma utopia ha implantado en esta sociedad sin consuelo. La peruana Patricia Souza se inclinó por los nuevos métodos de escritura, los blogs. Por su parte la gentiliza y amabilidad de Magda Díaz y Morales cautivo a los espectadores, ella era una anciana que de igual forma estaba envuelta en las sábanas inmaculadas de la literatura. Pedro Ángel Palou, poblano irreverente y erudito en el arte del mundo de la hoja en blanco acaparó más la atención de los periodistas, también bromeó con el publico y dijo que en Guadalajara las aulas son muy concurridas, pero nadie se acerca al escritor con un libro del autor bajo el brazos, piden autógrafos pero en hojas, y toman fotos, si ni quiera saber de que carajos trata el libro.
Mientras los expositores daban sus charlas, caí en la cuenta que mi madre tenia mucha razón, debí de haberme vestido mas formal de lo que se suponía, ya que me había plantado en aquel sitio con un pantalón de mezclilla azul sutilmente deslavado a consecuencia de lo viejo que se estaba poniendo, llevaba puesto una camisa cómoda y un abrigo ligero, y unos zapatos negros prestados muy de moda por esas fechas, y mi cabello crespo estaba peinado a voluntad del viento, también tenia una mochila en la espalda, la cual guardaba mi libreta, un lapicero, y borradores de columnas que hacia cuando me sorprendían los encantos de un buen tema que me cautivaba. Total que mal vestido o no, debería de conseguir en ese salón una entrevista con algún escritor de aquella conferencia. Saqué de la mochila una pequeña libreta y una lapicero y mientras escuchaba de los cambios contundentes de la literatura en este nuevo siglo, vislumbré que en la primera fila se encontraba una chica que sin lugar a dudas era una reportera, llegué hasta ella y le susurré al oído — ¿Vas hacer una entrevista?, si, contestó. Total que me puse de acuerdo con ella para que al terminar ambos lográramos nuestro propósito de obtener una buena entrevista. Nunca había entrevistado a alguien, pero para verme seguro con mi colega mentí diciéndole que era un experto en esos menesteres.De pronto noté que la rubia que hace un par de minutos me había cautivado en los pasillos del museo se encontraba establecida en la primera fila de la otra sección de las sillas. La miré por un instante, como reconociéndola, y continúen fraguando las preguntas que les tenia que hacer a los entrevistados.
— Alguien quiere dar su opinión o quiere hacer una pregunta — apuntaron los expositores —Sabía que este era el momento justo para lanzar mis preguntas.
— Yo tengo una — dijo la rubia de la primera fila con toda seguridad adelantándose a los demás, el joven que se encargaba del micrófono se dejó seducir por los encantos de ella y de inmediato le cedió la palabra.
— Las mujeres como esas de seguro no tienen nada en la cabeza, de que quiere hablar ¿De sus tarjetas de crédito? o de sus compras en Liverpool — pensé—.Me equivoque.
Aquella mujer de belleza eminente resultaba ser una inteligente Paloma, habló con gran convicción acerca de los blogs y los cambios de la literatura en este nuevo siglo, y hasta dijo que ella escribía y tenía un Blogger en la Web, yo quedé sorprendido, y hasta me sentía un pendejo por adelantarme a los hechos, de juzgarla sin saber que era en realidad ella. Ni modo.
después una brasileña que hablaba un español con tropiezos tomó el micrófono y así participaron más de tres personas y yo nunca me atreví a tomar la palabra. Cuando llegó el final del evento de La mesa redonda de Literatura y los Blogs, algunos espectadores buscaron la salida y otros se abalanzaron hacia los escritores, la chica periodista me lanzó una mirada que yo comprendí que era la señal clara de abordarlos, entonces tomé los recursos más inmemoriales del periodismo al coger mi libreta y mi lapicero. Debo de ser sincero y decir que sólo conseguí entrevistas con Pedro Ángel Paulo y Sandro Cohen, ya que Marco Tulio me mandó al carajo y prefirió las luces y tentativas de la televisión, a Magda y a Patricia las perdí de vista entre la muchedumbre.

Al salir de la conferencia me topé con un tipo que a leguas se veía que era dos años menor a mí, frustrado me dijo que era estudiante de periodismos en la U.V y sin miramientos agregó que los escritores son unos hijos de puta, no pude evitar soltar una carcajada, él estaba colérico por no le dieron la oportunidad de otórgale una entrevista, — Yo agregué, — A esos es mejor no hacerles caso. Él no me hizo caso y volvió a decir: — Es que son unos hijos de puta.Me alejé de él y busqué una cafetería en donde me compré mi cajetilla de cigarros, después de concluir mi propósito discurrir por el pasillo principal y al final del mismo fui testigo de una galería de cuadros al óleo que se exponían, una gringa me pidió que le tomara una foto para el recuerdo y al terminar de efectuar mi favor, me dio las gracias en un ingles de primer mundo.
Luego entré a un recinto donde estaban todas las editoriales y una gran cantidad de libros a la venta. Sentí en ese instante un gran fervor al observar aquellas obras magistrales de la literatura hispanoamericana, y también mundial. El primer libro que ojeé fue el de Sabines Yuria/Tarumba de Juan Rulfo El llano en llamas de Carlos Fuentes La región mas transparente de Mario Vargas Llosa Las travesuras de la niña mala, y Libertad bajo palabra del orgullo mexicano, Octavio Paz, el premio Nobel. Obras de Neruda, Borges, Emiliano Pérez Cruz, José Revueltas, Emilio Carballido y de Elena Poniatowska también ocupaban un lugar privilegiado en los Stans de las editoriales. De igual forma encontré libros de Kafka, Hemingway, Wiles y Shakespeare. Estaba maravillado en esos momentos, tanta literatura había ahí, que me que dolían los ojos. De pronto camino un poco más y me veo sorprendido por la ilustre y soberbia colección de las obras del señor Gabriel García Márquez. — ¡No mames, me cago, puta madre tienen toda la colección!—, dije al borde del delirio. Era un sentimiento casi orgásmico el que sentí cuando toqué, leí y olí sus libros, desde Las hojarascas hasta Memorias de mis putas tristes, todos.
Deambulé por los pasillos de todas las editoriales, al terminar mi primer recorrido me detuve en una entrada que daba con el pasillo principal del museo, justo ahí sin nada mas que hacer, contemplé de espaldas a la rubia que me había sorprendido con su manera tan sublime de hablar de la literatura. Vislumbré que llevaba un short negro elegante y medias del mismo color, una blusa azul que ostentaba su aura angelical y sus cabellos de azabaches eran de inmaculada y observé lo más importante: que estaba sola.La abordé con las peores intenciones, mi único fin (Nunca supe porque) era búrlame de ella con respecto a mis suspicacias de saber si en realidad una mujer como ella escribía, utilizar mi sarcasmo. Con arrogancia impasible le pregunté:
— ¿A poco tú escribes?Ella volteó hacia mí y con amabilidad y un tanto desconcertada dijo: — Si.
— ¿En verdad, no puedo imaginar que tú escribas?
— Por qué dices eso.
— Es que una mujer como usted, se me hace raro. Cuando la vi por primera vez no imaginé ni encontré un pretexto perfecto que me explicara porque una mujer con pinta de fresa y delicadeza estuviera en un evento literario, pero me sorprendió cuando tomó el micrófono y empezó hablar de esos menesteres sublimes. Se ve que eres inteligente y discúlpame por pensar eso de ti — le dije—.
— Ella sólo rió.
Comenzamos a parlarnos después de disipar los estereotipos mundanos que nos regala la primera impresión. Era una conversación amena, junto a ella percibí que su olor corporal desprendía un aroma diáfano a primaveras, mas de cerca observé sus ojos dulces y ligeros que eran otra expresión literal de la belleza. Llevaba también un sutil piercing sexymente colocado en la parte derecha de su nariz. Desprendíamos risas, y brevemente le conté del propósito de mi viaje y de las desaventuras que tendría a futuro en Xalapa ya que no contaba con mucho dinero y estaba solo en la ciudad. Igualmente le comenté que era un reportero lego y con miras hacer un gran escritor, ella atenta escuchaba, de pronto y no se porque, sacó de su bolsa de mano su tarjeta de presentación, misma que me mostraba que era ella una abogada y que su nombre era Eva.
— Cuando termines tu libro me puedes llamar y yo te ayudo a registrarlo.
— Ah me parece perfecto.
Tuve ganas de invitarla a fumar a fuera del lugar y a largar mas la plática, pero el fantasma de la timidez se me apareció y solamente le pedí su encendedor y encendí el cigarrillo, le dije que había sido un gusto en coincidir con ella, le estiré la mano, la miré y me despedí de Eva.
Sentado a fuera del museo y viendo la fuente me entretenía del tedio fumando, uno tras otro. Ahí conocí a un tipo de Durango que tenia una boina francesa en la cabeza y unos dientes amarillos grandes, su barba y su cabello largo lo ostentaban como un guerrillero de la Sierra Maestra, conversé con él brevemente y después se marchó. A continuación coincidí con la escritora Magda Díaz y Morales que muy pasible fumaba sin prejuicio alguno.
— Somos hijos de la necesidad — le dije a la señora Díaz y Morales refiriéndome al cigarro —.
Ella amablemente sonrío y me pidió fuego, yo me apresuré a encenderle su cigarro con el mío, ya que carecía de un encendedor.A fuera, en el exilio de la sociedad nos encontrábamos los fumadores fumándonos la manzana prohibida, ya que el gobierno aprobó la nueva ley acerca del cigarro y los lugares propicios para fumar.
Sin darme cuenta me explayé con Magda en una conversación de literatura, minutos más tarde apareció la escritora peruana Patricia Souza acompañada de su esposo y ellos por igual se unieron a nuestra plática.
— Hay hijo mío, ya se que amas a García Márquez, pero para mi y para muchos el mejor escritor de América Latina es Juan Rulfo— me dijo—.
— Yo no dije nada, sólo me reí sutilmente.
— ¿Hoy le toca venir a Carlos Fuentes verdad? — preguntó Patricia—.
— Creo que si, que maravilla, él es un viejito muy guapo— agregó Magda—.
— Me comentaron que ayer que vino Poniatowska no muchos se alegraron, creo que fue Monsiváis el más aclamado — puntualizó el esposo de la peruana—.
— ¿Y este joven quien es? — Preguntó Patricia—.
— Es un joven talentoso y muy aventurero, imagínate se vino a Xalapa solo y con su futuro incierto, además es escritor y se llama Francisco Rico y es de… ¿De donde me dijiste que eras? — Me dijo Magda—.
— De Cosamaloapan.
— ¿Y como se titula tu libro? — preguntó el esposo de la peruana—.
— La casa de la abuela y sus cuatro generaciones perdidas, 14 cuentos a mi manera.
— Suena interesante, te deseo suerte — apuntó Magda—.
Para entonces cuatro cigarros habían perdido la vida en mis labios, Marco Tulio se estableció con nosotros y se quejó de algo que no alcancé a escuchar. Algunos curiosos me volteaban a ver, como tratando de investigar algo, entonces muy seriamente caí en la cuenta que estaba en una tertulia literal que tal vez algunos envidiaban, y que yo estaba disfrutando. — Esto me pasa por ser tan agradable, pensé.
Total que media hora después se despidieron, me desearon suerte y se fueron.Por mi parte me dediqué a buscar las editoriales y me enfrenté al fantasma de la desconfianza que uno tienen por ser un joven desconocido, sin embargo recuerdo que sólo conmoví a seis editoriales, dos de Xalapa, una de Veracruz y tres del DF, las mas relevantes (sin faltarle al respeto a las demás) fueron la UNAM y editorial Océano. Alrededor de las cuatro de la tarde, empecé asentir hambre. Sólo había comido aparte del desayuno, una torta y bebido dos latas de Coca-cola y mi cajetilla de cigarros ya estaba acabándose. Tenía exactamente para entonces el dinero del pasaje y como veinte pesos para el taxi.Mientras caminaba otra vez hastiado ya por recorrer como cincuenta veces el Museo del Transporte fui tomado del brazo intempestivamente, al girar y hacerle frente al atrevido me vi sorprendido porque no se trataba ni más ni menos que de mi amiga Johary.Ella es una mujer menuda, alegre, con ojos grandes y una de boca de tentación. Con Johary había pactado encontrarme en Xalapa y con esmero ella procuró registrarme en un hotel por si desidia quemarme mas de un día, le comenté que sólo estaría ese mismo día y que mi carro salía a las 6:30pm. Parlamos en una banca de afuera mientras fumábamos; me puso al tanto de su vida y yo hice lo mismo. La hice reír con mis comentarios estupidos, y hablábamos de todo un poco. Le agradecí por irme a buscar, ya que me sentía un tanto aburrido y exiliado de los demás. La abrasé y le di un beso en la mejilla.
— ¿Tienes hambre?— No, ya comí — dije—.
— Pues yo si, me acompañas a comer.
— Claro.
— No vas hacer otra cosa aquí, si quieres nos quedamos.
— No, ya estuvo por hoy.
— Te voy a llevar mi querido Ricolino a un buen lugar a comer.
— Esta bien.
Dejamos aquel lugar maravilloso y comprendí que aquí comenzaba una historia, y fui feliz por todas las cosas que viví en tan pocas horas. Se lo agradecí a Dios.

Llegamos a un Buffett establecido en un callejón en la zona céntrica de la ciudad. Ahí comimos a placer, conversamos, fumamos y comí unas paellas deliciosas y aunque Johary me repitió como mil veces que las empanadas, que no recuerdo de que estaban hechas, estaban según ella deliciosas, yo nunca las probé. Para finalizar la buena tertulia nos tomamos un par de cervezas en un tarro, y fui como tres veces al baño.Las palomas que discurrían por el lugar las espantaba, y Johary sólo se reía. Fue un momento muy ameno el cual pasé con una de mis mejores amigas, ya de muchos años.Creo que yo tuve la idea sensata de preguntar la hora, y un poco preocupado le dije a mi amiga que sólo faltaban 20 minutos para que partiera mi autobús.
Ella con disciplina estricta me reprimió, su actitud me recordó a mi madre. — Pobre de sus alumnos, es una maestra sexy, pero con un carácter que espanta—, pensé.
Hizo que me tomara de un sólo sorbo su ultima cerveza que estaba a la mitad, pagó la comida voluntariamente y abordamos el primer taxi que nos llevaría a prisa hasta CAXA. Creo que Johary estaba más preocupada que yo, ella le repetía al conductor que se diera prisa, yo sólo me reía, creo que me estaba poniendo pedo por las cervezas que me tomé y por las tantas subidas y bajadas y vueltas que daba el taxi.
Cuando llegamos ella se apresuró a preguntar si ya habían anunciado la corrida a Cosamaloapan, se preocupaba tanto que llegué a sospechar que seria una gran madre, ya que su preocupación era desmedida, pero nunca le dije nada porque me gustaba ser consentido.Nos despedimos y le agradecí infinitamente el tener tiempo para este loco, vagabundo, peligroso y soñador. Le di gracias por ser mi amiga y finalizamos todo con un abrazo fraternal y un beso calido en la mejilla. Después me condujeron a mi lugar y yo me despedí agitando los brazos de mi tierna amiga Johary.Subí al autobús y mi número de asiento era el trece. Ese número me encanta, dije.
Viajé solo y dormí alrededor de media hora, desperté y no se porque pensé en Eva, fue algo tan contundente que mi cuerpo vibró, — Que loco estoy— me dije.
Después me entretuve viendo una película que se trataba de una princesa de cuentos de hadas que por un hechizo de la bruja del cuento dejó de ser una caricatura y fue convertida en humano y fue a dar a la ciudad de New York. Su príncipe también adoptó la forma humana y para completar la profecía tendría que buscar a su princesa y encontrarla antes de la media noche o por lo contrario su amor no se consumaría y ella moriría. Por eso su príncipe buscó a Yissel por toda la gran manzana. Ella apareció intempestivamente en la casa de un abogado divorciado y padre de una niña. Después de varios infortunios logró mantener una amistad con la familia y con el abogado que es el doctor Sheppard en la serie de Grey. Yiseel era una mujer totalmente optimista e inocente, que buscaba el amor verdadero. Pero para ser mas sincero, me encantó la película y casi lloré porque justamente cuando ella se iba a morir el abogado la despertó con un beso y ella comprendió que ya no amaba a su príncipe, pues el abogado le dijo mucho antes que uno a veces confunde el amor, las personas dicen que están enamorados de alguien porque así esta predestinado, no por el destino, si no por las sociedades, es como el ejemplo de los mismos cuentos “ Los buenos sufren, pero siempre gana, “ La princesa y el príncipe se casan y viven felices para siempre”. Son cosas que la misma monotonía marca como amor. Y aquí esta el otro lado de la historia que me cautivó; con el abogado no tenia un futuro que respaldara su destino, era tan absurdo creer que se enamoraría de él, ya saben por las mismas etiquetas de la sociedad, pero, aunque se trataron sólo un día, tuvieron una magia tan cabrona que descubrieron que para ser feliz y enamorarse sólo se necesita en instante, son casualidades del destino, son cosas que pasan y que derrumban las paredes de los estereotipos que la “realidad” impone.
Cuando bajé de autobús llegué cansado a mi ciudad; caminé y encendí mi cigarrillo.

Francisco Rico.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Bicentenario.

Que Viva México, yo soy de México. De Sonora Hasta Oaxaca, de Chiuhaua hasta Campeche, de Manzanillo hasta Veracruz.

martes, 14 de septiembre de 2010

Los Niños Olvidados

Pascual Augusto Santos había despertado aquella mañana nublada y lluviosa de un septiembre que agonizaba en los calendarios, al abrir los ojos al mundo había caído en la cuenta que durmió más de lo que hubiera imaginado. Por fin se atrevió hacer lo que tanto estuvo fraguando alrededor de diez años. Hoy no fue a trabajar.
Pascual Augusto Santos era un viejo de sesenta años, y al decir que era un viejo no era por culpa de los años, si no por sentirse así con el mismo. Ejerce su lúgubre y senil oficio de contador público en uno de los despachos olvidados del siglo pasado donde ha trabajado por más de treinta años ininterrumpidos, hasta hoy. Vive solo en su departamento de soltero prehistórico desde aquel domingo de futbol en que lo dejó su mujer, una abogada de corazón de plomo que se desembarazó sin tregua alguna de aquel canalla desalmado que blasfemaba su amor. Aun a estas alturas de la vida Pascual Augusto Santos trataba de recordar las últimas palabras turbias dirigidas a su humanidad por aquella mina que era inmune a las reconciliaciones, sin embargo para la mustia sinceridad del corazón no lograba recordar aquellas palabras por culpa de esa enfermedad que lo ha perseguido y que siempre ha tratado de ocultar; el amor insondable. Una algebra de la vida moderna.
Cada domingo desde hace quince años atrás su hija Carmela le ha llevado un ramo de tulipanes. Esta costumbre florida a la cual lo somete su hija cada semana le resulta un acto extraño y singular, ya que considera que los hombres no son muy afanes a las flores. Nunca había cuestionado aquel detalle de su hija hasta hoy. Ahora que descansa en su cama y siente el clima gélido sobre su piel se pregunta: — ¿Si al león le ofrecieran una pequeña presa la aceptaría o preferirá una más grande?
Él sabía que si fuera ése león optaría por la primera opción, que es lo que menos te esperas, los pequeños detalles son los que te agrandan la vida. Un pedacito de tu vida que se convertirá en el dueño del corazón.
Las ganas de orinar lo hacen levantarse de la cama. La mañana es lluviosa, y el ambiente de la habitación es solitario, ideal para morir en aquella cama sin que lo supiera nadie, un cuerpo anacoreta alejado del mundo seria. Pascual Augusto Santos lo sabe, y piensa en la muerte irremediablemente, en esa oscuridad quisiera en verdad encontrar la luz que le ilumine.
—Hoy no — le dice a Dios cuando piensa en la muerte —.

Alrededor de sus más de treinta primaveras ejerciendo el oficio ingrato de jugar con los números, con los impuestos sobre la renta, de organizar auditorias sorpresas, jamás pensó en convertirse en el monstruo disímil de la contaduría que ha sido en todos estos años por hacer mucho y dejar tan poco a los pendejos de buena voluntad que vienen detrás de él. Pascual Augusto Santos fue siempre sin lugar a dudas hábil en el trabajo y dedicado a la confianza que depositaban en él sus clientes. Sin embargo al transcurrir de los años la monotonía y la desfachatez de la solemnidad lo habían orillado al cementerio de las emociones que plasmaba en aquellos libros llenos de números. Aunque bien hubiera valido la pena dejar atrás aquella vida esporádica y llena de zozobra por las noches cuando no tenía un par de labios que lo acariciaran, Pascual Augusto Santos remedia de esas melancolías de pobres corazones en ilustres maniobras del oficio solemne.
Afuera sigue lloviendo y por costumbre Pascual Augusto Santos deberá bajar de los departamentos para ir al supermercado por el desayuno, ya que hoy como ayer sigue estando solo.
Se para y se viste frente al espejo, se pone sus lentes redondos de armazón metálico y toma de uno de los ganchos del armario su abrigo de lana color marrón aunado a su sombrero de bombín que había comprado en la ciudad de Puebla en los años mozos de su vida adulta. Mientras baja intermitentemente los escalones de la escalera de caracol su respiración se agita brevemente, al llegar a la planta baja da los buenos días en un saludo jovial al portero del edificio. Las calles están inundadas a consecuencia de la fuerte lluvia y como puede se dirige al supermercado bajo el aguacero y sin paraguas alguno que lo cubra. En la zona de lácteos del supermercado tomó una bote de leche descremada, dos kilos de avena y enseguida se dirigió al pasillo de las frutas y verduras de donde agarró cuatro manzanas como se lo había recetado en el desayuno el doctor, y en la caja del supermercado le pide a la señorita de ojos de ciruela que una cajetilla de Delicados sin filtro como se lo recetó la melancolía. Ella le cobra y él se va a pasos lentos hacia la salida.
Como la lluvia no había escampado y el tedio del supermercado era fatal, Pascual Augusto Santos había conseguido salir a las bancas de concreto que ocupaban la localidad del mostrador de los licores. Allí alejado de los dimes y diretes de la gente que va a prisa a comprar el desayuno Pascual Augusto Santos encendió un cigarro para apaciguar la paciencia. Es un jueves gris, por enésima ocasión el estado del tiempo del noticiero se equivocó en sus pronósticos a la razón de los intempestivos cambios de la naturaleza. Aquel anciano vislumbra a lo lejos que en la mitad de la calle un par de niños disfrutan el mojarse bajo la lluvia, ellos corren desvariados, gritan, sonríen y sacuden las cabelleras bajo el milagro pluvial de la naturaleza.
Uno de esos niños gritaba con algarabía desmedida:
—¡Hoy no fui a la escuela!
El niño que Pascual Augusto Santos miraba de lejos era un chico adiposo, menudo y con muchas ganas de disfrutar el arte supremo de la vida al desembarazada de las normas o formalismos triviales como el engaño inmisericorde de ir todos los días a clases. Aquel niño estaba descalzo y sin camisa que lo cubriera, arrastraba junto a los demás un juguete improvisado que era en términos reales de un adulto una tabla de madera que contaba con cuatro ruedas en los ángulos correspondientes y que montaba uno mientras los otros jalaban de un lado al otro de la calle para provocar olas urbanas. Ése niño regordete junto a sus amigos jugaba bajo la lluvia mientras que el viejo de Pascual Augusto Santos de lejos observaba el despilfarro de la vida. A las buenas costumbres nunca se había acostumbrado.
Sentado en las bancas del exterior del supermercado Pascual Augusto Santos pensaba que a veces el hombre es un tonto malgastando su vida en resolver los enigmas de la misma. Él después de tantos años ha comprendido que a su edad los excesos ya son nostalgia, la altivez con las mujeres poco a poco la fue perdiendo cuando se le apagó el foco del descaro hacia la moral. Hoy en día a sus años Pascual Augusto Santos lo único que frecuenta con severa amargura son las reuniones con whisky acompañado de sus leales amigos de la vieja guardia de la asociación de contadores públicos que fundara alguna vez bajo el temporal del despilfarro de la economía, esporádicamente visita la iglesia y la única mujer que logra tocarlo a estas alturas de la vida es una enfermera mulata que lo visita dos veces por semana.

Hundido en la pesadumbre de la memoria que se regocijaba en la maravilla de los días que fueron Pascual Augusto Santos evocaba los pasajes asombrosos de su infancia, recordaba como se solucionaba cualquier asunto con un “volado” y que decir cuando probabas tus habilidades y lo fuerte que eras con la frase; “A que no puedes hacer esto” también lo único por aquellos días que te hacía sufrir eran las tareas los fines de semana. Cuando es uno niño el más joven se refería a cualquiera que tuviera mas de catorce años, nadie en el mundo es más linda que tu mamá pues con tan sólo un beso te curaba de cualquier mal. Lo peor que te podía pasar con las niñas eran que no quisieran jugar contigo, o que te llamaran extraterrestre por andar tan sucio y desaliñado. “¡El ultimo paga los refrescos!” era el grito que te hacia correr como loco; por otro lado el Santo, Kaliman y el Chapulín Colorado eran los superhéroes que admirabas y no se conocía tanta violencia en ellos. Antes nos llevaba a los misterios mas grandes de la imaginación el saber que era una platica de adultos, hoy con pena nos enteramos que las conversaciones de los adultos son los asuntos mas estúpidos del mundo.
Recordaba que lo mas esperado de las tardes era ver salir pasear a la chica que tanto nos gustaba, y lo por los días de esos años los globos de agua era la mas poderosa y eficiente “arma” que se había inventado. El viejo que miraba caer la lluvia sobre las calles inundadas quería regresar en esos días cuando los errores de gramática se solucionaban arrancando la hoja y volviéndolo hacer, y cuando los juegos de moda eran las escondidas y el balero otorgaba la paciencia requerida. En aquellos años para la mayoría de las personas no era nada raro tener dos o mas mejores amigos y para viajar desde la tierra al cielo sólo tenias que imaginar, Pascual Augusto Santos expuesto a la soledad comprendió en aquel instante que esos niños que se mojaban bajo la lluvia podían hacer eso y él no.
Pascual Augusto Santos tenía claro que aquellos niños empapados de agua podrían pasar horas interminables frente al televisor, y él con tan sólo media hora quedaba profundamente dormido. Pascual Augusto Santos había obtenido un fondo para el retiro en un banco que le mandaba una pequeña cantidad a su casa cada quince días, él administraba su dinero al destinar el cuarenta porciento para los medicamentos, el otro porcentaje equivalente a la misma cifra lo utilizaba para compra cigarros y el restante veinte porciento para comer. Y sin embargo cuando uno es niño tener dinero sólo significa comprar golosinas y juguetes. Todo aquello podrían hacer los chicos que se mojaban bajo la lluvia, y entonces solo y resignado llegó a la deducción de que esos eran los niños olvidados de un régimen de reglas y acervos utópicos de las normas.

La infancia de Pascual Augusto Santos había sido muy libertina, de andar en las calles más cómodo que en casa. De vivir en un barrio que le pedía muy poco a la imaginación, era un lugar justo como para escribir una novela.
La madre de Pascual Augusto era una mujer que se preocupa por el bienestar de la familia sin afectar decisiones que condujeran al estruendo de los problemas. Su viejo le había heredado su oficio, la iglesia y lo inflexible de las creencias que marcaron todo un heraldo en la familia. En el liceo las monjas le enseñaron el camino de la pulcritud, de principios y valores. Un mal día les preguntó si Jesús había tenido noviecita que lo hubiera vuelto loco, la monja colérica al escuchar esto le asignó el castigo de pasar una hora arrodillado al sol del medio día por toda una semana.
Ha escampado la lluvia y mientras regresa al departamento a aquel viejo le da por encender otro cigarro. Al llegar observa que el gato subió a la mesa y derramó la botella de vino de la noche anterior. Y más solo que un espantapájaros en un trigal piensa:
—Ya no tengo a nadie en éste pueblo, es mejor partir para Nueva York.
Es decir estar muerto, como alguna vez García Márquez lo escribió en una de sus obras.
Pascual Augusto Santos dejó lo que compró en la mesa de la cocina, y de pronto se instala en la mecedora mientras su gato Elvis ronronea en sus pies pidiendo alimento. Observa desde la ventana que comienza a llover y de pronto los cristales se empañan. Pascual Augusto Santos ahora se enfrenta al delicado momento de pensar en la soledad, y al instante un gran escalofrió que recorre su cuerpo marca una pauta que lo resigna al mal ejemplo que le ofrece aquel día lluvioso. Pascual Augusto Santos piensa que es excesivo buscar en unos labios abiertos el resucitar de su corazón, por eso busca en su vicio las prisas ahora que más se siente devastado por aquellos niños que le giñen el ojo a su antojo a la vida.
Ese viejo que fumaba sentado en su mecedora viendo llover pensaba en la muerte, los olvidos, en los tulipanes, Carmela. Enseguida busca en la alacena la botella de vino que se ganó en una canasta navideña del año pasado que se rifó entre todos los miembros de la asociación de contadores públicos. Pascual Augusto Santos toma una copa y se sirve. Olvida el protocolo soberbio del vino y de un trancazo bebe el vino. Aprieta la mandíbula después de acabarse la copa y enseguida se dirige al tocadiscos instalado en su sala principal. Luego saca de sus bolsillos la cajetilla de cigarros y enciende uno mientras selecciona el disco adecuado para el momento. Pascual Augusto Santos pone en el aparato musical un ejemplar de Agustín Lara. Y deja para entonces la copa que cae estrepitosamente en el piso, y concluye en tomar el vino de la botella sorbo por sorbo y mientras comienza a reírse mientras llora. Luego se dirige hasta el tocadiscos y en el pone un ejemplar de Agustín Lara y comienza a danzar con el gato mientras reiré y llora desconsoladamente escuchando Farolito. Enseguida sufre un ataque de tos y el gato cae al piso y huye a esconderse.
—Mierda. ¡El mundo es una mierda! — gritaba —.
Después tomó la botella de vino y continúo bebiendo su amargura arraigada por los años en su corazón marchito.
El sonido del piano de Lara deambulaba por aquel departamento, y el viejo lloraba sentado en el su mecedora. Después reía y fumaba mientras cantaba; Amores abras tenido, muchos amores María bonita, María del alma, pero ninguno tan bueno ni tan honrado como el que hiciste que en mi brotara.
Pascual Augusto Santos recordó todo lo bueno y los pecados de su vida, mientras que Piensa en mi/ Noche de Ronda/ Veracruz/ Farolito/ María Bonita/ Aventurera/Amor de mis Amores/Granada/ conseguían darle la absolución a su alma. Después Pascual Augusto Santos al escuchar esas canciones que dicen tantas cosas bonitas con las que se arrullan corazones cerró los ojos y con calma y feliz entró a un sueño del cual jamás despertaría.








Francisco Rico Hernández.
Del libro de cuentos de (Francisco Y Viceverza)
de Francisco Rico Hernandez.
19 de agosto del 2010.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Sollozos.

Hoy en el malecón vi a un hombre llorar, y de pronto
Tuve ganas de llorar con él.
Ambos teníamos dolores diferentes pero compartíamos
La misma rabia, angustia, lagrimas.
No se que dolor le causaba ese sufrimiento,
que algo en mi pensaba que podríamos compartir el dolor,
el duelo, la resignación.
Quería llorar con aquel hombre para así calmar este corazón
Hinchado de necesidades.Huérfano de sus besos.
Ahora que estoy solo y él no esta lo extraño aunque ni siquiera
Nos conocemos. Me siento verdaderamente pequeño a un lado de los demás.
Me duele que me duelas sin tener un sitio preciso
en mi cuerpo donde doler.
Eres como un veneno de necesidades,
como el polvo que no deja ver mis ojos.
No dejes que se aparte de ti los rastrojos
de estas cenizas que cubren la olas donde suelo llorar.


Francisco Rico Hernàndez.

martes, 24 de agosto de 2010

Aquella noche.

Me había deslumbrado igual que un niño cuando ve algo extraordinario por primera vez. Eso fue a consecuencia de una caja musical enorme que un organillero utilizaba por primera vez en mi pueblo. Era un hombre que utilizaba anteojos y que dibujaba treinta años a cuestas, acompañado por una mujer seria de cabellos de bronce. Ellos habían venido del DF en un viaje expedito a Cosamaloapan. Esa noche era jueves y la noche anterior los ciudadanos se habían deslumbrado con el primer eclipse lunar del año. Yo discurría como siempre en el parque central con mochila al dorso la cual tenía trozos literarios que escribía en una libreta trotamundos, un libro de García Márquez y lapiceros con los cuales capturaba los versos improvisados que me sorprendían a cualquier hora.
Mientras fumaba con mis amigos escuché la música que deambulaba dulcemente en mis oídos. Él organillero daba un concierto amateur con una música tan pura, inmaculada, amena y al mismo tiempo tan añeja, que sentí una nostalgia porque esas notas musicales habían quedado brillando en el exilio del olvido. La música suspendió todos los ruidos de la calle, mermó los gritos de los indecentes, enamoró a los enamorados que se besaban, deslumbró a los jóvenes e hizo recordar a los viejos y calló a los que charlaban. Yo quedé gélido ante aquellas partituras de fábula. Me quedé en una abstracción ignota, deslumbrado como si hubiera visto por primera vez a una mujer desnuda.
Después me aproximé hacia ellos y les pregunté lo que mi curiosidad me ordenaba. Mientras la mujer de cabellos de bronce pedía un par de monedas a los transeúntes, su compañero aceptó con gusto mi entrevista improvisada. Él me dijo que en plena segunda guerra mundial Hitler donó al gobierno mexicano un par de organillos, hoy en día estas cajas musicales aun no se jubilan pues si lo hacen estarían matando algo más que música, le faltarían al respeto a la identidad mexicana. Él organillero me explicaba que los organillos por estos días ya no se fabrican, <<>>, les dije. Ellos rieron. Extraje de mi bolsillo del pantalón un par de monedas y las deposité al sombrero café que parecía de agente de tránsito y no de un organillero decente. Me alejé de ellos con el único propósito de capturar está vivencia que perdurara en el tiempo a través de una imagen fotográfica. Después de andar exasperado por no encontrar un celular con cámara, mi amiga Alejandra me hizo el favor humano de prestarme su móvil. Ya todo estaba listo para la fotografía del recuerdo, David probaba escrupulosamente las funciones nocturnas de la cámara para que no hubiera tropiezo alguno en la calidad de la fotografía, yo por mi parte me peinaba y ensayaba mi mejor ángulo fotográfico para salir guapo en la foto. Cuando le propuse al organillero que nos tomáramos la fotografía él con remilgos de cabrón se negó rotundamente argumentando que las fotografías son mal usadas por la prensa y que el sindicato nacional de organilleros se los prohíbe. << Lo siento>>, dijo impasible la mujer. Yo caminé mostrando una sonrisa apretada y exclamé colérico, << Hijos de Puta>> Lo que la música había trasformado en gloria pura, el sindicato de los organilleros lo volvió mierda.

Después de esto aprendí que la naturaleza tiene esa estética de cautivar y sorprender al ser humano, mientras éste tiene el talento de decepcionarla con sus acciones, con sus reglas y locuras. Recuerdo que aquella noche mágica fui feliz, pero la felicidad me duró lo que dura un estornudo. Antes de irme me pregunté:
— ¿A caso ocultaban algo?


Francisco Rico Hernandez.

jueves, 19 de agosto de 2010

Como consiliar el Sueño.

Lo que ocurre, doctor, es que en mi caso, los sueños vienen por ciclos temáticos. Hubo una época en la que soñaba con inundaciones. De pronto los ríos se desbordaban y anegaban los campos, las calles, las casas y hasta mi propia cama. Fíjense que en mis sueños aprendía a nadar y gracias a eso sobreviví a las catástrofes naturales. Lamentablemente, esa habilidad tuvo una vigencia sólo onírica, ya que un tiempo después pretendí ejercerla, totalmente despierto, en la piscina de un hotel y estuve a punto de ahogarme.
Luego vino un periódo en que soñé con aviones. Más bien, con un solo avión, porque siempre era el mismo. La azafata era feúcha y me trataba mal. A todos les daba champan, menos a mí. Le pregunté por qué y ella me miró con un rencor largamente prolongado y me contestó: «Vos sabés bien por qué». Me sorprendió tanto aquel tuteo que casi me despierto. Además, no imaginaba a qué podía referirse. En esa duda estaba cuando el avión cayó en un pozo de aire y la azafata feúcha se desparramó en el pasillo, de tal manera que la minifalda se le subió y pude comprobar que abajo no llevaba nada. Fue precisamente ahí cuando me desperté, y, para mi sorpresa, no estaba en mi cama de siempre sino en un avión, fila 7 asiento D, y una azafata con rostro de Gioconda me ofrecía en inglés básico una copa de champán. Como ve, doctor, a veces los sueños son mejores que la realidad y también viceversa. ¿Recuerda lo que dijo Kant? «El sueño es un arte poético involuntario.»
En otra etapa soñé reiteradamente con hijos. Hijos que eran míos. Yo que soy soltero y no los tengo ni siquiera naturales. Con el mundo como está. Me parece un acto irresponsable concebir nuevos seres. ¿Usted tiene hijos? ¿Cinco? Excuse me. A veces digo cada pavada.
Los niños de mis sueños eran bastante pequeños. Algunos gateaban y otros se pasaban la vida en el baño. Al parecer, eran huérfanos de madre, ya que ella jamás aparecía y los niños no habían aprendido a decir mamá. En realidad, tampoco me decían papá, sino que en su media lengua me decían «turco». Tan luego a mí, que vengo de abuelos coruñeses y bisabuelos lucenses. «Turco vení», «Turco, quero la papa», «Turco, me hice pipí». En uno de esos sueños, bajaba yo por una escalera medio rota, y zas, me caí. Entonces el mayorcito de mis nenes me miró sin piedad y dijo: «Turco, jodete». Ya era demasiado, así que desperté de apuro a mi realidad sin angelitos.
En un ciclo posterior de fútbol soñado, siempre jugué de guardameta o golero o portero o goalkeeper o arquero. Cuántos nombres para una sola calamidad. Siempre había llovido antes del partido, así que las canchas estaban húmedas y era inevitable que frente a la portería se formara un laguito. Entonces aparecía algún delantero que me fusilaba con ganas y en primera instancia yo atajaba, pero en segunda instancia la pelota mojada se escabullía de mis guantes y pasaba muy oronda la línea de gol. A esa altura del partido (nunca mejor dicho), yo anhelaba con fervor despertarme, pero todavía me faltaba escuchar cómo la tribuna a mis espaldas me gritaba unánimemente: traidor, vendido, cuánto te pagaron y otras menudencias.
En los últimos tiempos mis aventuras nocturnas han siso invadidas por el cine. No por el cine de ahora, tan venido a menos, sino por el de antes, aquél que nos conmovía y se afincaba en nuestras vidas con rostros y actitudes que eran paradigmas. Yo me dedico a soñar con actrices. Y qué actrices: digamos Marilyn Monroe, Claudia Cardinale, Harriet Anderson, Sonia Braga, Catherine Deneuve, Anouk Aimée, Liv Ullmann, Glenda Jackson y otras maravillas. (A los actores, mi Morfeo no les otorga visa.) Como ve, doctor, la mayoría son veteranas o ya no están, pero yo las sueño como aparecían en las películas de entonces. Verbigracia, cuando le digo a Claudia Cardinale, no se trata de la de ahora (que no está mal) sino la de La ragazza con la valiglia, cuando tenía 21. Marilyn, por ejemplo, se me acerca y me dice en un tono tiernamente confidencial: «I don't love Kennedy. I love you. Only you». Sepa usted que en mis sueños las actrices hablan a veces en versión subtitulada y otras veces dobladas al castellano. Yo prefiero los subtítulos, ya que una voz como la de Glenda Jackson o la de Catherine Deneuve son insustituibles.
Bueno, en realidad vine a consultarle porque anoche soñé con Anouk Aimée, no la de ahora (que tampoco está mal) sino la de Montparnasse 19, cuando tenía unos fabulosos 26 años. No piense mal. No la toqué ni me tocó. Simplemente se asomó por una ventana de mi estudio y sólo dijo (versión doblada): «Mañana de noche vendré a verte, pero no a tu estudio sino a tu cama. No lo olvides». Como voy a olvidarlo. Lo que yo quisiera saber, doctor, es si los preservativos que compro en la farmacia me servirán en sueños. Porque ¿sabe? no quisiera dejarla embarazada.



Mario Benedetti.

martes, 17 de agosto de 2010

La Iglesia vs Gobierno

Aborto, voluntad anticipada, uniones gay, entre otras, han levantado ámpula en la Iglesia católica y regocijo en las alas liberales

LA ETERNA DISPUTA Aborto, voluntad anticipada, uniones gay, entre otras, han conforntado a la Iglesia con gobiernos, medios y ministros
Redacción | El Universal
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Aborto, voluntad anticipada, uniones gay, entre otras, han levantado ámpula en la Iglesia católica y regocijo en las alas liberales. Entérate cuáles han sido los temas que confrontaron al purpurado con gobiernos, medios, sociedad y ministros en este sexenio.
Matrimonio y adopción gay. Con 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones, el pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó en 2009 la reforma al Código Civil del Distrito Federal, que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo.
A diferencia de la ley de sociedades de convivencia, la nueva normatividad es exclusivamente para homosexuales. Pero la discusión terminó por explotar cuando la Corte aprobó estas uniones, pero sobre todo, las adopciones por parte de parejas del mismo sexo.


"¿A ustedes les gustaría que los adopte una pareja de maricones o lesbianas?", dijo el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval, quien acusó al jefe de Gobierno de "maicear" a los ministros para aprobar las adopciones.
En el mundo, sólo se permiten los matrimonios homosexuales en Bélgica, Canadá, España, Holanda, Noruega, Sudáfrica y Suecia. También han sido aprobados en algunas ciudades de Estados Unidos como Connecticut, Iowa, Massachussetts y Vermont.
Sociedades de Convivencia. El precedente de los matrimonios homosexuales y las adopciones gay se fincó en el 2007, cuando la ALDF se colocó en la mira pública al legislar sobre uniones entre homosexuales, la Ley de Sociedades de Convivencia.


La diferencia entre la normatividad del 2007 y la avalada hoy, es que las sociedades de convivencia no implica un vínculo sentimental para el reconocimiento de derechos. Y fueron el primer escalón en la espiral de posturas a favor y en contra de la Iglesia contra el GDF.
No van al cielo. En diciembre del 2009, el cardenal mexicano y ex ministro vaticano de Salud, Javier Lozano Barragán, afirmó que los transexuales y los homosexuales jamás entrarán en el Reino de los Cielos, "ya que todo lo que va contra la naturaleza ofende a Dios".
Barragán hizo estas afirmaciones al portal de internet italiano "Pontifex.Roma", que las publicó este miércoles y ante el que precisó: "esto no lo digo yo, sino San Pablo".

Estas declaraciones le valieron toda una cascada de réplicas a favor y en contra de sectores conservadores y organizaciones homosexuales, respectivamente.
Aborto. En 2007, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó, tras cinco meses de análisis, el dictamen por el que se despenaliza el aborto de la primera a la doceava semana y se obliga al gobierno capitalino a otorgar servicios de consejería médica y social gratuita en materia de atención a la salud sexual y reproductiva.


Con férreas campañas, la Iglesia católica y grupos como Provida se opusieron a la despenalización de la interrupción del embarazo- postura que hasta el momento mantienen-, lo que contrastó con la opinión de grupos feministas.
incluso, en 2008 la cúpula sacerdotal en México criticó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por su postura. "Cuando políticas como el aborto y la eutanasia son dictadas desde el mismo seno de la ONU, para tratar de reducir la población mundial a fin de que los recursos se aprovechen mejor, en beneficio de unos cuantos gobiernos o empresas", expresaron en aquel año en una editorial de su semanario Desde la fe.

Ley de Voluntad anticipada. En 2008 se aprobó la normatividad que permite y regula las normas, requisitos y formas para ejercer la voluntad de una persona cuando no quiera someterse a medios, tratamientos o procedimientos médicos que prolonguen de forma no necesaria su vida cuando le sea imposible mantenerla de manera natural.
El documento de voluntad anticipada, precisa el decreto, puede ser suscrito por cualquier enfermo en etapa terminal, médicamente diagnosticado; familiares y personas, cuando el enfermo no pueda expresar su voluntad; padres o tutores, cuando se trate de menores de edad.

Al igual que la legalización del aborto, dicha ley enfrentó al purpurado católico con otros sectores de la población, pues la Iglesia la calificó de no respetar la vida y de contribuir a la cultura de la muerte.
Y apenas en noviembre pasado, el tema de la eutanasia en la capital enfrentó al Gobierno del Distrito Federal (GDF), pues la Secretaría de Salud del Distrito Federal rechazó la propuesta de aplicar la eutanasia activa en la Ciudad de México.

El titular de esta dependencia, Armando Ahued, dijo que en la capital del país ya se cuenta con la voluntad anticipada, que permite a los enfermos terminales decidir sobre su tratamiento médico, y a diferencia de la eutanasia no se induce la muerte, pero tampoco se prolonga la vida de manera artificial.
El funcionario rechazó la iniciativa del PRI en la Asamblea Legislativa que propone la eutanasia, al considerar que traería implicaciones éticas con los médicos.
Armando Ahued dijo que en su caso, él se negaría a administrar medicamentos para que el paciente en etapa terminal muera.

Medios perversos. El mismo Sandoval Iñiguez acusó a los medios de comunicación de ser los causantes de desbaratar la familia, porque desde hace 60 años se apoderaron del tiempo y la mente de la gente, al pervertirla con mensajes, mientras que las leyes abonan al favorecen divorcio exprés, aborto, anticoncepción, amor libre, matrimonio de personas del mismo sexo.

"Para mí las causas de esto que está sucediendo ahora se empezaron a poner hace 60 años, más o menos de ahí para acá. Por los medios de comunicación que empezaron a crecer, a apoderarse del tiempo y de las mentes, al desbaratar la familia, a pervertirla; los mensajes.


El universal.

lunes, 16 de agosto de 2010

Edel ayer me dio más de lo que tenía y me acostumbró a las buenas costumbres.
Aun sigue creyendo que el asesino sabes mas de amor que el poeta. Nos viene jodiendo a todos de todas partes.
Ahora le da por hablarme de Cesar Augusto Sandino.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El tenampa

Esto me lo contó un amigo en una borrachera de un jueves, entre humo y cervezas me dijo que su padre años atrás había conocido en Garibaldi (Que dice Joaquín Sabina que es la Capilla Sixtina para los borrachos en México) a un tal Cornelio Reyna, hasta ese día un borracho cualquiera que cantaba para que la gente le pagara la farra. Siempre anda con la misma ropa y con guitarra en mano, y uno que otro cigarro en la boca.
Me narraba mi amigo aquella noche que Cornelio Reyna no era más que un cantor de corazones pobres en cantinas llenas de borrachos. Hasta que un día lo Sacaron del Tenampa todo borracho y se fue a probar suerte en algunas compañías de discos.
Cuando salió en la televisión cantando y presentándose en palenques y fiestas patronales como el charro famoso que seria don Cornelio Reyna.
Ahora cuando entraba a las cantinas más famosas de Garibaldi Don Cornelio Reyna llegaba implacable a la hora de vestir, acompañado de amigos y putas de lujo que maullaban sin remedio alguno. Así transcurrió la vida de ese charro mexicano, ya no pedía una cerveza por canción, ahora exigía una buena cantidad de dinero.
Alguna vez esto paso porque mi amigo Edel recuerda que fue cierto, o al menos su padre se lo contó en una de sus tantas borracheras allá por el Df, hasta según dice él que Cornelio Reyna le dio a su padre la uña de la guitarra una vez que andaba hundido en el alcohol. Quien iba a decir que muchos años después mi amigo perdería esa reliquia en otra borrachera de pobres.


"Empezó a ser famoso cuando salió en la televisión, de allí se volvió una mierda. Ahora cobraba las canciones y emborracharlo ya no era suficiente."

Aquella noche escribiste una canción que decía así:

Ha cuantas veces me han sacado del Tenampa,
Ya bien borracho con un nudo en la garganta...


Francisco Rico Hernandez.

lunes, 2 de agosto de 2010



Y todas las mejores mujeres estan casada, todos los hombres guapos son gays, ¿ Te sientes despojado?

viernes, 30 de julio de 2010

Carta desde los 19 dias.

A; Laura.

Ahora que recién me había acomodado en tu amor, viene Europa y se lo congela todo, sin embargo hace que me extrañes, que tu amor se vuelva fuego y lumbre al recordarme.
Me quieres, y me lo dices sin preámbulo alguno. Tus palabras me animaban y me alejaban de las emboscadas de la soledad.
A mi también me sirvió el despejo involuntario, aprendí a querer a los gatos, esta claro que no fue lo mismo esconderme solo entre la oscuridad a cuando nos encerraron en aquella biblioteca. Y es que a pesar de las milongas del devaneo y el deseo descubierto en cualquier señorita yo supe mantenerme al margen y convencido de que no hay otro mejor lugar a donde yo me venga o me vaya, mejor que tu cuerpo.
Fue un duelo nacional lo que sufrí en estos 19 días que no te vi, ni el cigarro y las noches en los bares me servían para calmar las ansias que se apagan cuando tú dormías en otra cama diferente a la mía.
A tu regreso la puta inseguridad del país hace que tú y junto a tu familia se muden a otro lugar en el éxodo de las oscuras golondrinas. Y yo mas extraño que un absurdo matador en la monumental de Barcelona, como un inútil beso que se da a los primos, aburrido como un mundo sin homosexuales.

Ahora tengo que encender un plan que me haga viajar a ti, que me conduzca a tus labios sin fatigarme, encontrarte e irnos a envolvernos entre las sábanas cuando te escapas de mi ausencia. Tu naces de la brisa del viento y yo me convierto en el hálito de tu ser, tu mirada es como un tren interminable y tu corazón mas tierno que dos terrones de azúcar, igual que la miel o la leche.
Te amo casi todas las noches después de cenar, a la hora de dormir, y cuando tengo esta manía de enviarte mensajes de texto cuando no tengo saldo en mi móvil.
Puta forma esta de echarte de menos aun cuando no te has ido al lugar que pretendes, sin embargo ocultando mis huellas en tus labios podría reclamar tu cuerpo como el Mío.
Estoy tratando de decirte que me desespero de esperarte, vivir alejado de ti es sentirse sin un brazo, o lejos de un ángel sin alas. Un gato sin su gata.
Quiero decirte que no hago otra cosa que pensar en ti, y buscaré el camino que me conduzca a tus labios y tu ser. Nadie habrá que resignarse, los amorosos se burlan de toda conformación. Y es que tu eres para mi como las cosquillas para los serios, un encanto de mujer, una doctora que cura con los besos, una novia que tiene como locura amarme.

posdata,1; Parece que no me imagino estar con otra persona si no contigo.
Y es que cuando duermo sin ti contigo sueño. La vida no es un blog cuadriculado, la vida es bella y hay que vivirla juntos amor mio.


Posdata,2; Muy a mi pesar has de saber que buscaré la forma mas sensata de viajar contigo, con esta naturalidad sobriedad de Julio he de confesar que te necesito mas que al cigarro,o cerveza alguna, o droga que haga soñar, o virilidad de ensueño.
Pretendo desprenderme de muchas cosas y adjudicar la razón de que no importa la ley de tu padre, yo corro mas que la policía.

Posdata,3: He sido tan feliz contigo, eres la mujer que no soñé jamas.
Bendita sea tu boca amor mio. Te amo.

Francisco Rico.

martes, 27 de julio de 2010

Sinceridad

Mi amigo Edel dice que odia a mucha gente, que no tolera a las personas agrias o estupidas, sin embargo cuando empieza a tomar y a sentirse borracho dice que les va agarrando cariño...





Francisco Rico.

jueves, 22 de julio de 2010

Sólo venimos a soñar.

Solo vinimos a dormitar, sólo vinimos a soñar:
No es verdad, no es verdad que vinimos a vivir en la tierra.
En la hierba de primavera vinimos a convertirnos:
Llegan a reverdecer, llegan a abrir sus botones
Nuestros corazones:
Es una flor nuestro cuerpo: algunas flores da y se seca.

Poema náhuatl.

martes, 20 de julio de 2010

Sobre los paraisos.


“¿Donde estas? Porque no puedo verte ahora cuando te estoy besando. Donde estas tengo hambre de amor. Y entonces la besó. Osiris bajo la lluvia amaba aquella tarde de tulipanes encorvados por las gotas, y nubes que lambian el cielo.
—Te amo.
—¿Que es amor?
—No hacer otra cosa que pensar en ti.
Y él miraba al cielo.
—¿Qué ves?
—Estoy buscando en el cielo inspiración
Y de pronto volvieron a besarse. Llovía y era de tarde, Osiris tenía una gota sobre los labios, y sus ojos tenían al mundo sobre si misma. Soñaba con volar. Pero no era una hada, tan sólo era una princesa con alas de cartón.
De pronto naces de la brisa del viento y yo me convierto en halito de ti. Te amo.
Tus palabras llegan a acariciarme me siento viva. Se besaron.
—Llueve mucho. Ojala lloviera en todo el mundo.
—Pensaré siempre en ti cuando vea llover.
—No me olvides nunca.
—Te amo.
De pronto naces de la brisa del viento y yo me convierto en halito de ti. Te amo .Adiós”


Francisco Rico Hernandez.

sábado, 17 de julio de 2010


No me preguntes por qué ando contigo,
Vas a obligarme a decirte que te quiero.

miércoles, 14 de julio de 2010

Yo amo el amor de los marineros.

Yo amo el amor de los marineros,
Las gaviotas, la soledad de la batalla,
El muelle en el cual me espera la esperanza,
La mar.
Yo canto los cantares, verso equivoco, viento
De coplas que enaltecen los amores indelebles.
Entre el amor y el canto me permites tu mirada,
Tus piernas justas, tus brazos abiertos.
Entre los marineros y los cantares habrá que celebrar
La manera febril de amarnos, zarpar hacia el triangulo salado
De tu cuerpo y ahogarme en silencio,
Emancipado de la resignación.
Yo amo el amor de los marineros, el sopor de los días soleados,
La sonrisa de tu cuerpo, la arena entre tus pies.
Yo amo el amor de los marineros, el doloroso amor entre
Las olas con que se ama el mar.



Francisco Rico Hernandez.
Junio del 2010.

martes, 6 de julio de 2010

viernes, 2 de julio de 2010

Hoy llueve, esta noche llueve.

A Carlós Bárcenas Nava.

“Hay historias que nunca caducan,
Las otras de seguro las leerás”.





Facundo aquella tarde había despertado de aquel sueño involuntario, cuando abrió los ojos no tuvo conciencia alguna de lo que le ocurrió tan sólo un par de horas atrás, su mente estaba en blanco como si apenas hubiera despertado al mundo.
— ¿En donde estoy? ¿Quien soy? — se preguntó—.
Una mujer que vestía bata blanca y dibujaba veinte años, (al menos se le notaba por sus ojos claros) pronunció las buenas tardes con una sonrisa de puro tramite. Luego lo auscultó brevemente para después tomarle el pulso. De pronto ella colocó su mirada impasible en Facundo y frunció la boca con desdén de primera orden. En Facundo el mecanismo atrasado del dolor hizo su aparición.
—¿Qué carajos me pasó señorita? — preguntó a media voz —.
La enfermera le explicó sutilmente que había caído de un tercer piso en construcción a un pequeño cerro de grava, por su aspecto de hombre alejado de las buenas costumbre de la vida del confort, y no por su vestidura sucia e impregnada por el cemento la enfermera había caído en la cuenta que Facundo era un albañil.
—Es un milagro que esté vivo y sin fracturas — dijo ella. Se detuvo e hizo un gesto en el rostro que le preguntaba a Facundo ¿Quién diablos eres? Luego acabo diciendo: —Puede irse cuando quiera.
Dio la media vuelta y anotó en su carpeta metálica el estado sorpréndete de salud del paciente en turno. Era claro que las fracturas no hicieron su aparición, pero de igual forma Facundo no podía moverse aun del todo. La enfermera caminaba hacia la salida pero la caída de su lapicero mermó su propósito, entonces ella se inclinó para recogerlo y se puso a gatas, en ese momento Facundo pudo observar a placer y sin miramiento alguno la circunferencia llena de carne, las suculentas nalgas en forma de corazón de la enfermera y de pronto sin esmero alguno sintió una emoción en la entre pierna. << Con eso ya estoy mejor>>, pensó. La joven enfermera después de recoger su lapicero se acomodó el cabello y finamente caminó hacia la puerta para enseguida salir y perderse entre la multitud del hospital.

Facundo Gonzales era un albañil. Un hombre honesto, trabajador y ciertamente inocente ante las misóginas trampas de la vida moderna. Su destino desorientado y escaso de oportunidades lo orilló al oficio brutal del constructor. Facundo no se queja de la sequia inmemorial de no tener dinero, nunca se ha subido a un automóvil y sólo su destino apartado del trabajo le concedió el tiempo de conocer a una mujer. Él estaba convencido de que tiene todo lo que necesita para vivir; aire en los pulmones y a pesar de ser tan feo también tiene a su amada esposa Florencia; y por su puesto tiene lo más importante: la fe. Facundo piensa que constantemente uno puede pensar perder la fe en estos tiempos tan apartados de los buenos pensamientos, sin embargo sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, el hombre se traga al hombre y a pesar de eso nosotros por mas malos, envidiosos o feos que seamos todos tenemos una parte divina, de bondad y amor. Él siempre recordaba las palabras de Genaro Solís su antiguo profesor de primaria, un caballero en toda la extensión de la palabra, el profesor le había dicho que hay que estar agradecido con Dios y con la vida para así disfrutar todo lo que haces en este mundo. El profesor escribió alguna vez una frase siniestra que hace gala a su profesión “La labor del profesor es una labor que siempre ha sido blanco de lapidaciones, injusticias e ingratitudes y que sin embargo será por siempre lo que desde el principio es faro de luz de todas las generaciones”
Facundo Gonzales con toda esta enseñanza ha crecido y por debido respeto a Dios y a la vida no pide más.
Cuando salió del hospital caminó por un callejón oscuro y solitario que para la gente normal seria un tropiezo de facultades caminar, el cielo de Cosamaloapan es diáfano, alto, nostálgico y las calles llena de perros. Al llegar a la esquina del barrio Facundo fue llamado por Jacaranda, que era una sirena sin mar y virgen del pecado que sobrevivía en el pedazo de cielo que le toco alumbrar con su cuerpo y corazón.
—¡Facundo ven de prisa! — gritó ella —.
—¿Qué pasa? — preguntó —.
—Mira que ese hombre que está tirado allá cerca del automóvil lleva más de media hora allí y por su aspecto no creo que sea un borracho, ve a ver que le ocurrió — agregó la mina de oro —.
Facundo cruzó la calle hacia la acera sombría, cuando se topó de frente con aquel hombre sintió una punzada en el estomago, la misma que hacia varios años no sentía, la ultima vez que le ocurrió fue cuando observó por primera vez en un periódico una guerra en oriente, en la fotografía entre el humo y la muerte la gente apiñonada cantaba, había soldados y niños que ostentaban el miedo en sus ojos, esa vez tuvo la punzada justamente en el epicentro del estomago. Se sintió fatal. Ahora muchos después la punzada otra vez precisó en el mismo lugar, adjudicando otro sentimiento de desconsuelo.
El hombre que Facundo veía era alto, con bigote pronunciado y acorde con el estilo del bien vestir, tenía la piel color del pan y un aura de abuelo patriarcal que daba respeto. En la mano derecha que sangraba tenia guardado un crucifijo de plata por el cual había peleado hasta el último aliento, también llevaba consigo un maletín de primer mundo el cual estaba abierto y que dejaba a su alrededor un mar de hojas tiradas en la calle. Facundo Gonzales recogió entre sus hombros a aquel hombre y se lo llevó consigo hasta su hogar.
Cuando llegó a su casa le ordenó a Florencia que le preparara una taza de café, además de que hirviera agua y buscara algunos trapos. Luego se dirigió hasta el cuarto matrimonial donde dejó caer con cuidado en la cama al hombre que llevaba a cuestas. Florencia desconcertada y meramente indignada por aquel abuso de bondad de su espeso acabo diciendo:
—Si un día la muerte te lleva nos acabaras jodiendo a todos con tus buenos actos.
Facundo ante aquel comentario no hiso alusión a nada.
Luego se dirigió al ropero y saco de el una fotografía de él cuando era niño, siempre la sacaba cuando Florencia se molestaba, sin embargo sabia que aquel detalle de doña Guadalupe Gonzales de poner a un niño flaco y desnudo era un motivo de carcajearse por encima de los indecoros del malestar. Su esposa no tuvo más remedio que omitir por culpa de las risas la acción de Facundo. Con mas resignación que ganas fue la misma Florencia la que se ánimo a ponerle las mantas tibias sobre la cabeza al recién llegado. El hombre se mantenía dormido, y Facundo lo miraba fijamente como si tratara de descubrir que había más haya de esos suspiros del sueño involuntario. De pronto allá afuera, arriba, el cielo sufrió una hemorragia y comenzó a llover.
—Esta noche llueve — le dijo a Florencia—.
—Todo lo que nos parece lejano lo tenemos en la punta de la nariz — le dijo—.
Y Florencia concluyó besándole la mejilla a Facundo.
Su esposa al vaticinar los efectos que tendría el techo a consecuencia de la lluvia inesperada fue por un par de cubetas para las goteras que pronto se aproximaban.
Como si fuera un recién nacido, violentamente despertó el hombre. Facundo y Florencia atendieron al ruido impetuoso de su inquilino.
—¿En dónde estoy? — les preguntó el hombre —.
—De todos los lugares donde puedas estar, estas en el sitio que no buscabas — dijo Florencia con amargura —.
Después el tiempo transcurrió y el hombre comenzó a tranquilizarse, Facundo le explicó que lo había encontrado desmayado en la calle, por su parte Florencia culpó a la buena voluntad de su esposo por meterse en cosas que no son de su incumbencia y se disculpó con el hombre, sin embargo él agradeció lo que habían hecho por su persona horas antes.
—Es una suerte que ustedes me hayan encontrado — decía el hombre — no muchos tienen ese talento de ayudar a la gente.
—No es talento señor, son necedades — dijo la esposa —.
—El prójimo es primero Florencia — dijo Facundo—.
El hombre se puso de pie teniendo la intención de abandonar la cama e irse para no volver jamás, sin embargo los cuestionamientos acerca de su estado de salud que le hizo Facundo bastaron para que él se quedara un rato más.
Por culpa de los quehaceres del trabajo y por la demora de dinero Facundo no tenia que ofrecerle de comer a su invitado así es que le dio una taza de café acompañada de una pieza de pan que descompletaba el último aliento de los víveres de la semana. Florencia desde su lugar lo miró indignada ahogando el coraje de perra brava en un suspiro de aplomo. El hombre se sintió apenado aun sin darse cuenta de la molestia inflexible de aquella mujer que tenia detrás.
—Usted no se fije, al confort de la buena vida nunca nos hemos acostumbrado — dijo Facundo —.
—Es usted muy amable — dijo el hombre —.
Mientras afuera la lluvia se fundía entre el aire de los sueños, adentro Florencia corría de un lado a otro vaciando el agua de las cubetas al instante que Facundo y el hombre conseguían entablar una conversación, él sentado a la orilla de la cama y Facundo en una cubeta.

El inquilino comentaba que el motivo de su vista en Cosamaloapan era para presenciar la boda de su sobrina Darinka que se casaba con un hombre llamado Francisco. Ellos para el desencanto de si mismo se habían conocido en un evento de la crónica nacional organizado en Puebla y al cual asistió Francisco invitado por haberse ganado su amistad en el tiempo que pasaron juntos en Chiapas.
—Es mi sobrina consentida, la más bella, blanca como la nieve — decía — de un pincelazo Dios dibujó sus cejas, ella es una mujer de principios, inteligente y especial.
—Ha de tener la unión de belleza y encanto — dijo Facundo —.
Aquel hombre amaba a su sobrina Darinka como si fuera su hija, la cual no pudo tener y no hubiera tenido nunca. Carlos Villareal era el nombre del hombre.
—Mi intención era ir hacia el salón donde la fiesta se celebraría pero me extravié y fui asaltado — apuntaba Carlos Villareal mientras se rascaba la nariz—.
—Que calamidad — agregó Facundo —.
La lluvia no escampó y nuca sucumbió. Las calles se inundaban.
—Pensé que moriría — apuntó lastimeramente el inquilino —.
—Nunca juzgue el atino de la muerte y el perdón del destino — agregó Facundo.
Carlos Villareal comenzó a contar sin darse cuenta, más bien en un sentido subconsciente su vida. Se describió así mismo como el Príncipe Triste y presumía de no haber tenido nunca un dolor de muelas. Recordaba su infancia y la afinidad para las reuniones de elite en las que se desarrollaba desde pequeño, los días en la casa de la abuela, las memorias del abuelo coronel, la debacle económica que sufrió la familia a consecuencia de la revolución, los viajes a Acapulco y España, Chilpancingo los martes. Había también oscuros e indescriptibles pasajes de su vida, Carlos Villareal con el misterio del mundo en su cabeza y contagiado por la epidemia del liberalismo en la adolescencia salió de casa acompañado de sus amigos hacia pueblos lánguidos por la miseria y olvidados por la memoria del mundo. En ese viaje cambió de atmosfera y se fue a respirar el aire de la miseria, de la desdicha, de la mierda.
Mientras Carlos Villareal narraba su historia Facundo escuchaba atónito, sin decir ninguna palabra, se mordía las uñas de los dedos, miraba las paredes húmedas, tenia ganas de llorar.
—Pero el tiempo cambió — dijo Carlos Villareal—.
Y lo había dicho porque ahora muchos años después, tenia un presente establecido, confort, ahora era todo un erudito en la literatura, y escriba con convicción y talento las artes ilustres de la crónica en su ciudad.
Para Facundo le resultaba un hecho incompresible tener a un hombre de esa índole en su humilde casa, sentado en un colchón heredado por un hotel en los años del derrumbe y cenando el ultimo pan de la semana.
De pronto ante el establecimiento de la confianza prematura Facundo se dirigió hasta su alacena y debajo de un cajón sacó una botella brandy, y fue por dos vasos para celebrar bajo la lluvia de la casa una amistad insondable.

El pobre, el rico, lo bueno y lo vulgar todo es igual bajo la lluvia.








Francisco Rico Hernandez.
26 de septiembre del 2006.

lunes, 28 de junio de 2010





Nunca antes sentí que a través de los recuerdos o ganas de concebir un futuro prospero, el presente de carne y leyes debe cumplir con la redacción de un par de hojas para tratar de revivir el veneno de las emociones congeladas.

Francisco Rico.

jueves, 24 de junio de 2010

Inperdibles, perdidos en la solapa del azar.

Siempre pensé que estar en una relación que durara mas de cinco semanas seria algo sensacional, o la menos eso era como una parábola o algún instrumentó de encantamiento o de ficción que yo desconocía a un a mis años.
Siempre era eso de esperar el gozo, la maravilla que se esconde detrás de esas miradas que te elevan al cielo, incluso aunque no hubiera vivido aquel atropello de mis sentimientos que viví en el viaje que realicé a México, Df, estaría pensando en adicciones de un amor en tiempos muertos. Es una pavada no creen? Igual y si, pero por eso es posible el amor, o el desamor, que son dos piezas fundamentales por las cuales uno piensa estar vivo.
Ahora un menos encantado en el mundo, un par de labios que se calientan, y hasta son pavesas que encienden los principios, y apagan los finales. Nunca es cuestión de utopías o casualidades que estemos en lugares específicos, no hay mitad en el camino. Siempre sueño que vuelo Marisa, Laura, Marysol. Palacios de cristal.