domingo, 23 de agosto de 2009

Un Dia Normal / Dialogo.

A Marysol pita vidal.
La Mujer mas guapa que cualquiera.
Dialogo;
cOMPARTIR LO QUE DIGO,? NUNCA Voy A SABER si fue una buena idea.
Lo cierto es que aquí me toca contarte lo que un Día normal me paso contigo, esto que escribi es un texto que ha sido muy importante para mi, Y total que uno se va acostumbrando a cargar con el peso de las palabras que dice, y buen mary, yo acepto cualquier cargo con culpa, además esto fue un ejercisio para sentirme bien conmigo mismo. Yo no se si esto te va a parecer lindo, o sublime o vulgar, lo cierto es que es importante para mi, y me siento bien por hacerlo.
Marysol se que ayer en el café tu curiosidad aumentaba por el hecho de este texto, solo quiero decirte que Bienvenida al club de los curiosos en donde pierde mas, el que mas descubre....





Estábamos sentados en una acera, en ella un predio abandonado que años después se convertirá en un salón de eventos sociales.
Me tomé la cabeza de lado a lado con ambos brazos y mirando al suelo dije: —Necesito hacer algo con respecto al cumpleaños de Mary. Tenía la clarividencia al margen de la situación.
Cesar mi amigo, me miró con la mirada de un sordo, y esperó a que yo dijera algo:
— Mierda— apunté—.
Tenia que ser algo muy diferente a los regalos que ella posiblemente recibiría, y es que para mi Marysol no es cualquier cosa, lo malo es que yo nunca he sabido que soy yo para ella. — No importa, quien por su gusto muere, hasta la muerte disfruta—, pensé. Nunca fraguamos un plan espléndido que me llevara a los brazos de Marysol como una vez lo soñé, pero pienso yo que no haya nada mejor que improvisar.
Al día siguiente fui a casa de Cesar con una mochila al dorso en la cual tenía un centenar de cosas; hojas, tijeras, pegamento, revistas viejas, polvo de estrellas y un Cd de Ricardo Arjona para amenizar la situación fuera de la realidad.
Comenzamos haciendo la carta, pero esta tarea casi nos deja ciegos y nos hizo decir veinte groserías. El objetivo era recortar cada letra para formar palabras bellas que adornaran su entorno de luz. Recuerdo que mi exasperación no me dejó en paz toda esa tarde, en el terrible calor de las cuatro Cesar escrupulosamente me ayudaba con la maquina de escribir a proseguir con la carta ideal que estaba decorada con letras recortadas y letras de tinta de maquina. Al principio no tenia la menor idea de cómo comenzar, entonces astutamente me robé una frase siniestra de Arjona Del pasado, lo cambiaria todo con tal de reconstruirlo de nuevo para volverlo a vivir. Era una frase que abarcaba poco y decía mucho. Lo cruel fue lo último, termine despidiéndome de puño y letra con toda la pena del mundo y con toda firme intención de decirle que la amo sin que lo supiera. El sobre, deberían de ver el sobre, fue sacado de mi imaginación adornado con polvo de estrellas.
Eran las ocho de la noche y no noté que el disco se reprogramó tres veces, tenia el culo entumido y Cesar el cuello derrengado. Total que otro loco se enfiló a la aventura de los riesgos, Othoniel contagiado por la emoción de haber concluido la carta se ofreció a ir a comprar los pétalos de rosas y gardenias que estarían adentro de esa caja con hambre de fuga.
Caminaba por la calle De Las Rosas y vislumbré a lo lejos la casa de Marysol, y mis piernas temblaron más que la economía del país al aproximarme a su hogar. Esta acrobacia de ilusión por fin se iba a topar de frente con la emoción de quien provocó su nacimiento.
Lo bueno fue que nadie se encontraba en casa, tal vez celebrarían el cumpleaños de la hija mayor en otra parte. Sin más que hacer me vi obligado abrir el portón en el que ella algunas veces se columpiaba y entré dejando mis sueños en su puerta para que ella les diera el calor que ellos tanto buscaban y que sólo Marysol les podía dar. Othoniel y Cesar me miraron y entre muecas me dijeron: — Misión cumplida.

Días después, incluso de no haber recibido noticia alguna de Marysol y del regalo me puse los jeans de siempre y paso a paso fui a dar al parque central. Mi intención era desembarazarme de todos, acompañado solamente de mi mejor amigo Cesar para fumarnos un par de cigarros a escondidas.
Eso, eso que no sabría hilvanar en este recuerdo escrito me llevó a lo incierto y el fantasma de mi buena suerte apareció. Antes de cruzar la calle un JETTA blanco se nos atravesó, algo me dio la sensación de conocer a una persona entre todos los que viajaban en el auto y rogué a Dios que no fuera Marysol.
— ¿Mierda y si es ella? — le dije a mi amigo—.
— Tranquilo hay muchos autos, seguro que ella no es— agregó él—.
De repente una mano que sobresalía del auto me saludó.
Esa noche recuerdo que estaba enojado con un par de hermanos que se disfrazaban de amigos, pero de todo eso me salvé, no noté que se encendió una luz cuando salté.
Continuábamos caminando por el parque y yo no perdía de vista aquel auto blanco. Tal vez algo en mi deseaba que se estacionara el vehículo y bajara Mary, pero de igual forma no quería saber nada de ella.
Para mi fortuna sucedió lo primero, el auto se estacionó y bajó Marysol. Ella lucia terriblemente hermosa, llevaba puesta una blusa color blanco que ostentaba su aura angelical, su cabello lo mantenía suelto, sin redilas, y era objeto de sus manos imperativas, las estrellas embellecían su sonrisa de nervios, y sus ojos de fábula dulces y ligeros me miraban y yo me sentía el hombre mas afortunado del mundo, Marysol puso con su presencia la primavera, con todo su olor y su esencia exacta. Cuando estuve en presencia de ella me sentí acomplejado o tal vez ya lo estaba antes, vi llegar al amor temblando.
Cesar la saludó y se aparto de inmediato, sus amigos nos miraban desde el automóvil, atentos y curiosos, y yo no sabia si esto era fantasía o realidad, o si sólo el cielo se vino a este lugar.
Marysol me acarició con un beso dulce en la mejilla, de esos de bienvenida, y enseguida me agradeció el gesto tan gentil que tuve con ella hace días atrás, me dijo que al momento de llegar a su casa su hermana descubrió la caja y presintió que era para ella. Mientras hablaba yo no podía ni mover un músculo de mi boca, era yo en ese momento un idiota que no hacia otra cosa que verla y que no perdía ni un detalle de Marysol.
Esa noche me agregó sonrisas y yo sonreía para despistar y que ella no se diera cuenta que soy un manojo de nervios, complejos e inseguridad cuando estoy con ella, con esta tierna mariposa.
Después de un par de minutos de iniciar una charla difícil de hilvanar, ya sea un tanto por las astucias de la timidez me vi obligado y un tanto valiente al decirle a Marysol que lo que hice por ella el día de su cumpleaños lo volvería hacer siempre, también le dije después de muchas equivocaciones y redundancias en mi vocabulario que era un persona muy especial para mi. Justo ahí, me quedé abstraído, en un cielo cada vez mas alto, y mi sangre corría deprisa por mi cuerpo y yo no podía desparramar la timidez, es que me resultaba difícil decirle lo que tenia yo por dentro, lo que sentía por ella que era mas que obvio.
Quería decirle que yo nunca dejaba de pensar en ella, tenía ganas de gritarle a la cara que la amaba, que me gustaba mucho cuando estaba concentrada en clases, cuando llegaba tarde a las citas que fraguábamos, aun cuando nunca estuviera de acuerdo con su peinado, y que sinceramente odiaba yo los sábados, porque ella en ese día se iba con su madre a Tuxtilla.
Pero no lo hice, ni siquiera le soplé las palabras, hablábamos un lenguaje diferente, nada pude hacer, ahí estaban sus ojos, que podrían mirar todo y volver loco a cualquiera, pero en vez de eso me miraban a mi con la pupila dilatada, también aparecían sus labios; lugar donde podría dejarme caer, ahí estaban sus manos, su lunar escondido, sus cejas, su risa, sus manos, sus pies, su cabello, sus codos, orejas, nariz, no le faltaba nada, estaba completa como los pétalos de las rosas.
He llegado a sospechar que sueño mucho y actúo poco por culpa de esa timidez que no se quien me la heredó. Luego pensé que seria grotesco no disfrutar el momento, y eso fue lo que hice, lo disfruté. Cuando Marysol se fue me dejó las emociones alborotadas, salte corrí, grité y cincuenta pendejadas mas.
Recuerdo y se que en ese momento fui feliz como pocas veces en mi vida. Mi amor hacia ella era puro, limpio y sincero. Para mi Marysol hasta ese día era lo mejor que había puesto Dios en la tierra para hacerme feliz.

Si algún día llegara a leer esto, no me sentirá acomplejado. Si algún día llegaras a leer esto Marysol no pienses que se me aflojó un tornillo, simplemente me agarre de una nube y me escapé de todo hasta llegar al mundo de la hoja en blanco a decirte que me gustas desde siempre y que hoy me gustas mucho más.
Esto me pasó en un día normal, en un día cualquiera, en un día extraviado que jamás olvidaré porque recuerdo que estaba yo terriblemente enamorado.





Escrita en el trayecto de Cosamaloapan- Orizaba en algún día de Julio del 2006

p.d si llegaste hasta este punto de la lectura de seguro te dejara algo, si te quedaste en la mitad, tal vez este texto fue un error y una perdida de tiempo para ti, pero que importa, no lo sabrás nunca.

Francisco Rico Hernández.

,

viernes, 21 de agosto de 2009

eSPEJO SIN dueño





El Chino en mi estudio, se siente bien.




Francisco Rico

jueves, 20 de agosto de 2009

Una de jUeves.

Total que ya llevo tres meses,y tres ciudades diferentes tratando de terminar un texto "Diana entre Nubes de Algodón", Ya son varias tazas de café, y mas de cien cigarros, algunos cd's de Arjona y Sabina, ayudados por los de Cabral y Sinatra, que han dejado su melodía para montar una atmósfera perfecta, para que yo termine este texto de amor.
Ya deje olvidado un rato el periódico y no salgo ya de casa para no lamentar la huida de mi inspiración, tratando de adivinar cuales son las palabras exactas que uno debe de decir cuando la mujer de sus sueños aparece un día de suerte, después de dos otoños de ausencia. Es difícil, creo yo, porque a mi se me complica y el probe y guapo de Lucio es el que termina por lamentarse de todo, tal vez Diana si siga siendo una hijadeputa por dejarlo y aparecer cuando apenas Lucio se recuperaba.
Sin lugar a dudas, tendré que regresar a mi casa, escribir en la mesa de la cocina, abrir la puerta y observar este cielo oscuro, y este día que amenaza con llover, ya el café se esta preparando, los cigarros están en mi mesita de noche, y yo estoy solo, tan propenso y disponible para que la melancolía sea la responsable de ponerme otra vez en el bar de hace once meses atrás.
"Parece que va a llover", No tienen un copa de RON?
Francisco Rico

lunes, 17 de agosto de 2009

13 de Junio

(El día que abrió los ojos al mundo)
I Parte.
Ya sé que eso es tonto, el tratar de hablar con un muerto. Ya sé que es tonto estar sentado en la tumba, de hablarle y decirle que has cambiado, que ahora fumas, que eres más maduro que antes y contarle que ya tienes nueva novia. Yo estoy sentado bajo el tremendo sol de allá arriba, le leo poemas de Sabines, me fumo un cigarro y creo que él desde el subterráneo me escucha o está a mi lado en silencio.
Me quedo pensando no en la hora de su muerte o nacimiento, si no en todas las cosas maravillosas de la vida que él se ha perdido; el amor, las borracheras, el sexo, el fútbol, la calle, la comida, la familia y de las mujeres. Luego uno lo analiza con toda la lucidez posible y piensa, << ¿Qué hay de lo que tú te has perdido? >> El estar en presencia de Dios, conocer la paz, los ángeles, estar en todos lados en silencio, en silencio.
El tiempo, el trabajo y la soledad absoluta, rasposa y seca del panteón te invita a la retirada (Salir corriendo de allí.) pero no sé si sólo fui a visitar o apartar mi lugar. No sabes si regresaras caminando o en una caja con los pies por delante, sudoroso cuando se te escurra la vida en forma líquida.

Ya en la calle — Gracias a Dios—, camino y de pronto me sorprende la muerte y el suculento y maravilloso culo de una mujer. También existe el carnaval de la muerte. Mantengo los ojos y la mirada en los dolientes que van hacia la pachanga donde se ríe y juega con nosotros la muerte. Pero no me imagino que son dos funerales, el mismo día, a la misma hora y los dos pasan enfrente de mí. Ahora recuerdo que hace un rato fui a visitar a mi amigo muerto, el bueno de Chema — Digo ahora bueno— por que cuando vivía para algunos eran un pendejo, algo sin vergüenza y cabrón, para mí siempre fue lo que él quiso. Pero ahora dicen que ya cambió (La vida no sólo nos cambia, la muerte igual, con el único inconveniente de que nos pone más feos.)
La muerte hoy, la muerte ayer, la muerte mañana, nos fermenta a todos, nos bendice. Pero lo único que no me gusta es que en este pueblo todos se mueren el miércoles.






A José María Palmero Alvarado,
en el terrible y fatidico aniversario de su muerte,
a siete años ya del 15 de agosto.

“Un día nos veremos hermano, espérame sentado”
Francisco E. Rico Hernández.

jueves, 13 de agosto de 2009

La estancia.

Los rayos del sol inclinan a las sombras,
el aire del viento prolonga el bochorno,
el ruido de la calle destempla la estancia
de las buenas conciencias.
La puerta de la casa de la abuela esta entreabierta,
es la hora de abrir los ojos, callar y descubrir...

Francisco Rico Hernandez.

martes, 11 de agosto de 2009

Aquella Noche.

Me había deslumbrado igual que un niño cuando ve algo extraordinario por primera vez. Eso fue a consecuencia de una caja musical enorme que un organillero utilizaba por primera vez en mi pueblo. Era un hombre que utilizaba anteojos y que dibujaba treinta años a cuestas, estaba acompañado por una mujer seria, con cabellos de bronce. Ellos habían venido del DF en un viaje expedito a Cosamaloapan. Esa noche era jueves y la noche anterior los ciudadanos se habían deslumbrado con el primer eclipse lunar del año. Yo discurría como siempre en el parque central con mochila al dorso la cual tenía trozos literarios que escribía en una libreta trotamundos, un libro de García Márquez y lapiceros con los cuales capturaba los versos improvisados que me sorprendían a cualquier hora.
Mientras fumaba con mis amigos escuché la música que deambulaba dulcemente en mis oídos. Él organillero daba un concierto amateur con una música tan pura, inmaculada, amena y al mismo tiempo tan añeja, que sentí una nostalgia porque esas notas musicales habían quedado brillando en el exilio del olvido. La música suspendió todos los ruidos de la calle, mermó los gritos de los indecentes, enamoró a los enamorados que se besaban, deslumbró a los jóvenes e hizo recordar a los viejos y calló a los que charlaban. Yo quedé gélido ante aquellas partituras de fábula. Me quedé en una abstracción ignota, deslumbrado como si hubiera visto por primera vez a una mujer desnuda.
Después me aproximé hacia ellos y les pregunté lo que mi curiosidad me ordenaba. Mientras la mujer de cabellos de bronce pedía un par de monedas a los transeúntes, su compañero aceptó con gusto mi entrevista improvisada. Él me dijo que en plena segunda guerra mundial Hitler donó al gobierno mexicano un par de organillos, hoy en día estas cajas musicales aun no se jubilan pues si lo hacen estarían matando algo más que música, le faltarían al respeto a la identidad mexicana. Él organillero me explicaba que los organillos por estos días ya no se fabrican, - Vaya usted a saber si necesitemos otra guerra mundial para que los fabriquen de nuevo-, les dije. Ellos rieron. Extraje de mi bolsillo del pantalón un par de monedas y las deposité al sombrero café que parecía de agente de tránsito y no de un organillero decente. Me alejé de ellos con el único propósito de capturar está vivencia que perdurara en el tiempo a través de una imagen fotográfica.
Después de andar exasperado por no encontrar un celular con cámara, mi amiga Alejandra me hizo el favor humano de prestarme su móvil. Ya todo estaba listo para la fotografía del recuerdo, David probaba escrupulosamente las funciones nocturnas de la cámara para que no hubiera tropiezo alguno en la calidad de la fotografía, yo por mi parte me peinaba y ensayaba mi mejor ángulo fotográfico para salir guapo en la foto. Cuando le propuse al organillero que nos tomáramos la fotografía él con remilgos de cabrón se negó rotundamente argumentando que las fotografías son mal usadas por la prensa y que el sindicato nacional de organilleros se los prohíbe.
-Lo siento-, dijo impasible la mujer. Yo caminé mostrando una sonrisa apretada y exclamé colérico, - Hijos de puta-. Lo que la música había trasformado en gloria pura, el sindicato de los organilleros lo volvió mierda.

Después de esto aprendí que la naturaleza tiene esa estética de cautivar y sorprender al ser humano, mientras éste tiene el talento de decepcionarla con sus acciones, con sus reglas y locuras. Recuerdo que aquella noche mágica fui feliz, pero la felicidad me duró lo que dura un estornudo. Antes de irme me pregunté:
— ¿A caso ocultaban algo?

Francisco Rico Hernandez.

sábado, 8 de agosto de 2009

Te pago por adelantado

— ¿Te pago por adelantado?
— No — respondió ella—.
— ¿Porqué no?— cuestioné—.
— Ella me mi miró a los ojos con una ternura casi maternal y después de besarme la frente me dijo: — Ya has hecho demasiado.
— Tengo el alma desgarrada y mil motivos para cortarme las venas por ti, el veneno de tus labios y el morbo de tu cuerpo son alicientes de mi alma— le dije—.
— No entiendes a caso, puedo darte la soledad por adelantado— me insinuó—.
— Por eso mismo quiero pagarte por adelantado— agregué—.
— No, no pidas más de lo que no puedas dar.
— Es que cuando te vi, te quise decir todas las palabras de amor, de todo e inclusive puta, en ese momento quedé deslumbrado por tu belleza— se lo dije con fervor sujetándola del rostro—.
— Debes de darte prisa, en tiempo corre, hazlo de una vez— me dijo—.
— Te pago por adelantado y dame toda la noche— insistí—.
— No puedo, hay otros esperando y a leguas se ve que tú no aguantas mas de dos horas, mírate andas bien flaco, además se ve que ni a los dieciocho llegas y de seguro el dinero que me ofreces se lo robaste a tu pobre y desgraciada madre. Dime en verdad que quieres niño— apuntó con vehemencia—.
— Quiero lo que aun no puedo tocar—.
— Todo puede ser tuyo a su debido tiempo y buen precio—.
— No he venido aquí contigo por que tu tarifa sea la mas económica, tú Eleonora virgen de esas que hacen milagros tangibles, he venido hasta tu lecho, porque entre tus piernas quisiera conságrame.
— No pierdas tu tiempo aquí, te agradezco lo que hiciste por mi hace rato, y debo de aceptar que es mi culpa que tú estés aquí conmigo— me decía—, ya te habías marchado, pero yo y mis inmemoriales instintos de hembra me invitaron a tomarte de la mano, y pedirte que me acompañaras, en este cuarto tan abigarrado en donde quieres pagar por adelantado tu desdicha y abandono.
— No te equivoques mujer, quien por su gusto muere, hasta la muerte disfruta— dije—.
La cenicienta de esquina se atrevió a levantarse de la cama en donde estábamos sentados, dirigiéndose hacia una pobre mesa mal alumbrada por una bombilla que colgaba del techo. Justo allí encendió un cigarro y mirándome impasible fumaba mientras yo, considerado por antiguas novias como el peor Latín Lover del barrio, no hacia otra cosa que pensar en ella, sí pensar en ella aun cuando la tenia enfrente. Me levanté de la cama y caminé rumbo hacia Eleonora, el ambiente hostil y gris de aquel cuartucho en donde sudaba con ella cualquiera, no era más que un suplicio inmemorial para el ejercicio imprudente de buscar un cuerpo que acariciar cuando no hay mas que la comprensión y chantajes de la soledad.El tiempo que me había tomado para encontrarme a Eleonora fueron exactamente diecinueve días, salí de mi casa una mañana de octubre teniendo la firme intención de coincidir con la dama del pecado de lujo que despabilaba a los cuerpos con la más rigurosa pulcritud y ferviente pasión que hubiera concebido los estragos de la imaginación.En el cuarto la cenicienta de esquina mientras fumaba se atrevió a designarme una mirada, una mirada fría que me llegaba al alma, y de alguna manera me aniquilaba y me detuve un segundo a admirar su tez, y en sus arrugas divisé esa madures, el deseo de tenerla bajo mis pies estrecharla entre mis brazos llevándomela lejos, en donde deja de ser una puta con clase, para convertirse en una verdadera dama... y no cualquiera, pues seria mi dama. ¡Pero que va! Si esos ojos nunca me han de mirar como algo más que un chiquillo sediento de pasión y con ganas de aventurar.— ¿Quien eres tú mi damisela? Para dejarme agonizando... ¿Quien eres? ¡Dime! ¿QUIEN ERES?
— Eso no importa —contestó—, si son tus bolsillos los que no le llegan a mi precio, ya ni con tu juventud puedes pagar cada uno de mis besos, yo no soy duquesa, mucho menos de la realeza, soy sólo una pobre diabla que sobrelleva la pobreza... LARGATE!! Y no vuelvas mas, que por estos rumbos no te quiero ver pisar, óyeme bien y atiende ami llamado. No quiero que por mi vista te vuelvas a cruzar, mis razones yo he de guardar y explicaciones no te tengo porque dar.
— Yo, un huérfano de sueños, sólo escuché…
Ella impasible a mis sentimientos pulcros de hombre febril continuó diciendo su verborrea aniquiladora de este iluso de amor.
- Mendigándome una noche me has venido a visitar. Anda ve y corre busca amor en otra esquina que muchachas han de sobrar, no te aferres que nada iras a lograr, mi decisión ya esta echa y mira que no hay marcha atrás—Me decía reprochándome mi enamoramiento aferrado— tienes vida por delante, disfruta y goza que el tiempo no parara y los años de ti no tendrán piedad, la muerte en cualquier momento en tu vecina se convertirá espiando, observando y esperando la perfección para poder atacar. No quiero repetírtelo… ¡LARGARTE YA!
— Olvidas tu, mujer de lujo que no eh venido en vano hasta tu lugar; cementerio de amores claudicados, donde la rasposa soledad que hoy compartimos nos acerca a este remolino de incompatibilidad, pero que es un afrodisíaco que tu misma creas para robarme el corazón. Yo no te pido lo que me das…
En las ventanas de mi alma comenzó a lloviznar a consecuencia del tal descaro de esa puta que a mis brazos no se quiso entregar. Sabiendo que en aquel cuarto de alquiler con ella cualquiera llegaba a sudar.El rencor, el despecho, la impotencia y la desesperación me cegaron, y como un impulso de un perro rabioso la tomé del pelo y la arrojé a la pared y con fuerza desmedida de sus ropas la despoje. Como un comprador que acaba de pagar me sentí dueño de ella, no importaron sus sollozos, que mas daba si lloraba de placer o de dolor. La hice mía, juro por Dios que ¡LA HIZE MIA! quizás no fui el primero pero estoy seguro de que fui el último... no hubo nadie después de mi.Cerré mi cremallera, hurgué en mi chaqueta unos cuantos billetes, a pesar de que bien valía la pena dejar todo mi dinero, sólo arroje algunos sobre su frágil cuerpo ya sin vida, después de todo eso era lo que valía su desprecio. Una sonrisa se dibujo en mi rostro, el corazón de la mujer de alquiler salio perdiendo.








Francisco Rico Hernandez

martes, 4 de agosto de 2009

Un Dia normal.

Estábamos sentados en una acera, en ella un predio abandonado que años después se convertirá en un salón de eventos sociales.
Me tomé la cabeza de lado a lado con ambos brazos y mirando al suelo dije: —Necesito hacer algo con respecto al cumpleaños de Mary. Tenía la clarividencia al margen de la situación.
Cesar mi amigo, me miró con la mirada de un sordo, y esperó a que yo dijera algo:
— Mierda— apunté—.
Tenia que ser algo muy diferente a los regalos que ella posiblemente recibiría, y es que para mi Marysol no es cualquier cosa, lo malo es que yo nunca he sabido que soy yo para ella. — No importa, quien por su gusto muere, hasta la muerte disfruta—, pensé. Nunca fraguamos un plan espléndido que me llevara a los brazos de Marysol como una vez lo soñé, pero pienso yo que no haya nada mejor que improvisar.
Al día siguiente fui a casa de Cesar con una mochila al dorso en la cual tenía un centenar de cosas; hojas, tijeras, pegamento, revistas viejas, polvo de estrellas y un Cd de Ricardo Arjona para amenizar la situación fuera de la realidad.
Comenzamos haciendo la carta, pero esta tarea casi nos deja ciegos y nos hizo decir veinte groserías. El objetivo era recortar cada letra para formar palabras bellas que adornaran su entorno de luz. Recuerdo que mi exasperación no me dejó en paz toda esa tarde, en el terrible calor de las cuatro Cesar escrupulosamente me ayudaba con la maquina de escribir a proseguir con la carta ideal que estaba decorada con letras recortadas y letras de tinta de maquina. Al principio no tenia la menor idea de cómo comenzar, entonces astutamente me robé una frase siniestra de Arjona Del pasado, lo cambiaria todo con tal de reconstruirlo de nuevo para volverlo a vivir. Era una frase que abarcaba poco y decía mucho. Lo cruel fue lo último, termine despidiéndome de puño y letra con toda la pena del mundo y con toda firme intención de decirle que la amo sin que lo supiera. El sobre, deberían de ver el sobre, fue sacado de mi imaginación adornado con polvo de estrellas.
Eran las ocho de la noche y no noté que el disco se reprogramó tres veces, tenia el culo entumido y Cesar el cuello derrengado. Total que otro loco se enfiló a la aventura de los riesgos, Othoniel contagiado por la emoción de haber concluido la carta se ofreció a ir a comprar los pétalos de rosas y gardenias que estarían adentro de esa caja con hambre de fuga.
Caminaba por la calle De Las Rosas y vislumbré a lo lejos la casa de Marysol, y mis piernas temblaron más que la economía del país al aproximarme a su hogar. Esta acrobacia de ilusión por fin se iba a topar de frente con la emoción de quien provocó su nacimiento.
Lo bueno fue que nadie se encontraba en casa, tal vez celebrarían el cumpleaños de la hija mayor en otra parte. Sin más que hacer me vi obligado abrir el portón en el que ella algunas veces se columpiaba y entré dejando mis sueños en su puerta para que ella les diera el calor que ellos tanto buscaban y que sólo Marysol les podía dar. Othoniel y Cesar me miraron y entre muecas me dijeron: — Misión cumplida.

Días después, incluso de no haber recibido noticia alguna de Marysol y del regalo me puse los jeans de siempre y paso a paso fui a dar al parque central. Mi intención era desembarazarme de todos, acompañado solamente de mi mejor amigo Cesar para fumarnos un par de cigarros a escondidas.
Eso, eso que no sabría hilvanar en este recuerdo escrito me llevó a lo incierto y el fantasma de mi buena suerte apareció. Antes de cruzar la calle un JETTA blanco se nos atravesó, algo me dio la sensación de conocer a una persona entre todos los que viajaban en el auto y rogué a Dios que no fuera Marysol.
— ¿Mierda y si es ella? — le dije a mi amigo—.
— Tranquilo hay muchos autos, seguro que ella no es— agregó él—.
De repente una mano que sobresalía del auto me saludó.
Esa noche recuerdo que estaba enojado con un par de hermanos que se disfrazaban de amigos, pero de todo eso me salvé, no noté que se encendió una luz cuando salté.
Continuábamos caminando por el parque y yo no perdía de vista aquel auto blanco. Tal vez algo en mi deseaba que se estacionara el vehículo y bajara Mary, pero de igual forma no quería saber nada de ella.
Para mi fortuna sucedió lo primero, el auto se estacionó y bajó Marysol. Ella lucia terriblemente hermosa, llevaba puesta una blusa color blanco que ostentaba su aura angelical, su cabello lo mantenía suelto, sin redilas, y era objeto de sus manos imperativas, las estrellas embellecían su sonrisa de nervios, y sus ojos de fábula dulces y ligeros me miraban y yo me sentía el hombre mas afortunado del mundo, Marysol puso con su presencia la primavera, con todo su olor y su esencia exacta. Cuando estuve en presencia de ella me sentí acomplejado o tal vez ya lo estaba antes, vi llegar al amor temblando.
Cesar la saludó y se aparto de inmediato, sus amigos nos miraban desde el automóvil, atentos y curiosos, y yo no sabia si esto era fantasía o realidad, o si sólo el cielo se vino a este lugar.
Marysol me acarició con un beso dulce en la mejilla, de esos de bienvenida, y enseguida me agradeció el gesto tan gentil que tuve con ella hace días atrás, me dijo que al momento de llegar a su casa su hermana descubrió la caja y presintió que era para ella. Mientras hablaba yo no podía ni mover un musculo de mi boca, era yo en ese momento un idiota que no hacia otra cosa que verla y que no perdía ni un detalle de Marysol.
Esa noche me agregó sonrisas y yo sonreía para despistar y que ella no se diera cuenta que soy un manojo de nervios, complejos e inseguridad cuando estoy con ella, con esta tierna mariposa.
Después de un par de minutos de iniciar una charla difícil de hilvanar, ya sea un tanto por las astucias de la timidez me vi obligado y un tanto valiente al decirle a Marysol que lo que hice por ella el día de su cumpleaños lo volvería hacer siempre, también le dije después de muchas equivocaciones y redundancias en mi vocabulario que era un persona muy especial para mi. Justo ahí, me quedé abstraído, en un cielo cada vez mas alto, y mi sangre corría deprisa por mi cuerpo y yo no podía desparramar la timidez, es que me resultaba difícil decirle lo que tenia yo por dentro, lo que sentía por ella que era mas que obvio.
Quería decirle que yo nunca dejaba de pensar en ella, tenía ganas de gritarle a la cara que la amaba, que me gustaba mucho cuando estaba concentrada en clases, cuando llegaba tarde a las citas que fraguábamos, aun cuando nunca estuviera de acuerdo con su peinado, y que sinceramente odiaba yo los sábados, porque ella en ese día se iba con su madre a Tuxtilla.
Pero no lo hice, ni siquiera le soplé las palabras, hablábamos un lenguaje diferente, nada pude hacer, ahí estaban sus ojos, que podrían mirar todo y volver loco a cualquiera, pero en vez de eso me miraban a mi con la pupila dilatada, también aparecían sus labios; lugar donde podría dejarme caer, ahí estaban sus manos, su lunar escondido, sus cejas, su risa, sus manos, sus pies, su cabello, sus codos, orejas, nariz, no le faltaba nada, estaba completa como los pétalos de las rosas.
He llegado a sospechar que sueño mucho y actúo poco por culpa de esa timidez que no se quien me la heredó. Luego pensé que seria grotesco no disfrutar el momento, y eso fue lo que hice, lo disfruté. Cuando Marysol se fue me dejó las emociones alborotadas, salte corrí, grité y cincuenta pendejadas mas.
Recuerdo y se que en ese momento fui feliz como pocas veces en mi vida. Mi amor hacia ella era puro, limpio y sincero. Para mi Marysol hasta ese día era lo mejor que había puesto Dios en la tierra para hacerme feliz.

Si algún día llegara a leer esto, no me sentirá acomplejado. Si algún día llegaras a leer esto Marysol no pienses que se me aflojó un tornillo, simplemente me agarre de una nube y me escapé de todo hasta llegar al mundo de la hoja en blanco a decirte que me gustas desde siempre y que hoy me gustas mucho más.
Esto me pasó en un día normal, en un día cualquiera, en un día extraviado que jamás olvidaré porque recuerdo que estaba yo terriblemente enamorado.





Escrita en el trayecto de Cosamalopan- Orizaba en algún día de Julio del 2006

Francisco Rico Hernández.

sábado, 1 de agosto de 2009

Mientras ella dormia.

Esto ocurrió mientras ella dormía:

En el autobús las horas pasaban lentamente, el sol, que sol, se metía imprudentemente por la ventanilla, ¿ Si quisiera podría apagar el sol?, No, creo que no.
Después, ya no había mas música, no había mas interrupciones, estaba ella a mi lado, y en frente teníamos la carretera, mientras ella dormía, yo vi que todo era bello, porque estábamos en silencio.
Tuve ganas de esparcir a través del silencio un poco de inspiración, pero después me perdí en los laberintos de la soledad. En ese lugar donde los dos compartimos un breve espacio, le dije esas cosas que se dicen cuando callas.
Algo que aprendí aquella vez que ella dormía junto a mi, fue que no había tiempo para llegar algún lugar, miré que hay un breve punto donde uno comete los pecados, una batalla diaria contra los sentidos, observé cenizas en mi pantalón, su cabellos, su exilio de libertad, su canción en silencio, ¿ adonde vamos? ¿ que hacemos? ¿despertaras? ¿fumaremos en el muelle juntos?

Cuando ella despertó, ya habíamos llegado a nuestro destino.
Me saludó con una sonrisa, y le dije:
Observa, ese es el rió de las mariposas.


Francisco Rico Hernandez.

A mi amiga Cecile, tu que todo lo sabes Parisina mia......
recuerdo del viaje a Tlacotalpan.