martes, 30 de marzo de 2010

Gritos de alarma

Ahora que me sorprende el coctel de pastillas en mi
mesa, y una receta escrita por Pinzon, he de decir que
nada es mas aburrido que no tener vicios, y estar enfermo.
De un día para el otro me hice amigo de las enfermeras y de las jeringas, perdí el amor incomprensible de los desvelos, excesos y noches sin futuro.
Hoy siento que me vuelvo mas rico que antes, no tengo en que gastar, si no compro ni cigarros, ni cerveza, siento que el dinero estorbar.

Posdata; Una chica dijo que soñó conmigo, mas sin embargo que no quiere tener emociones fuertes conmigo, porque mi mala fama de hombre le interrumpe el enamoramiento.
No pueden consentir mi sonrisa idiota, cuando soy feliz.

miércoles, 24 de marzo de 2010

El calefon.

Tanto Cielo, tanta luz...
¿Quien me observa desde alli?


Para cubrir a la fortuna, te venden Dioses
Novedosos. Y este Marzo tan Julio, y esta
Sonrisa tan llorona....

lunes, 22 de marzo de 2010

Vinagre y Pan.

Fue después,
Una hora después que comprendí que no hay más tiempo que el disponible para humedecer la verdad. En esos escabrosos atardeceres llenos de perdición nos levantamos el cuello y el orgullo de vinagre, que deberíamos de admitir esta horcado cuando traficamos con emociones.
Mientras el cojo le dice al idiota “Te alcancé” La chiquita Pérez alborotada le muestra el tesoro de su falda al miope azul, y un loco en su balada senil cambia pasos por bombines, luces y parejas en una noche que se desmadruga.
Mientras HV1 trasmite Star Me Up sin nadie que vea la tv olvidada en la sala, se encienden los cigarrillos y disparamos fuego por la boca. Hay veces que se me olvida callarme, y otras tanta tu cara, tu rostro que fuera cierto.
La semana fue extraña, tuve que esperar, y conocer gente que me invitan a trabajar en sus campañas, vendo como un monstro el talento de otros, y mi conveniencia disímil enaltece mis noches de café y vistas a las cantinas, y bares donde Daniel me lleva y yo lo sigo. César mandilón de Mierda, no me interesa escribir un guion de la puta historia que escribí hace tres años. Eso era cuando eras un hombre, no un novio manejable.
Nada de que hay que darle nudo ciego a este asunto. Dios nunca se equivoca.
Y yo aun no aprendo a jugar al Póker. Ah!! Sabina viene y yo tengo ganas de robarle el mes de Abril a Tururu……

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Y si me voy al mar, y si cantamos sobre espumas y comemos sal.
Nada me parecería tan azul como tu piel.
Mujer que ojos tan cafés y azules por dentro tienes,
Es que el mar es tu espejo, ahí donde veo tus senos escasos,
Y tus largas piernas. Donde eres más bonita.
Nademos en el mar, sobre las olas grandes y de estambres
Alejándonos del mundo.
¿Abra más abajo del mar una guitarra?
¿Se puede fumar, quiero comerme tus besos?
Hay veces en que tu piel se arruga perfectamente, como si fuera una oración,
Y tu ombligo es una pocita de agua dulce que me quita la sed.
Derritamos el aire debajo del mar, nademos hasta perdernos
En la perfección del azul.

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Posdata( Ya no Me lean, )

Blanqueas emociones, traficas con botones,
pierdes con mi perdicion.
Dormir contigo es repetir frances en una falcultad
donde un Miro parece una esquela y enseña cuanto mide
la oscuridad, sumando pesadillas y duermevelas.
Hoy llamo a las rosas Pan,
y al ViNAGRE desatino.

Ya no juego en tu tablero,
he roto nuestra baraja.

sábado, 13 de marzo de 2010

La Recámara Secreta

A; Violeta and Mercedes.
Un gusto que se quieran...


Son bellas las dos hadas que vuelan
en la atmósfera del humo, en el santo sacramento
del pan y del vino se acomodan, en la recámara secreta
de la noche comparten los abriles de su perdición y
desosiegos de los viernes en las altas horas.
Casi siempre juntas van de la mano, y cuando
hay frío o llueve se desnudan entre besos y caricias.
Julietas sin prisas de Romeros, margaritas desojadas,
noches lambidas, cenicientas sin pares,
lunas menguantesen los vientres, vísperas huérfanas del tiempo,
montes de Venus contra las leyes, traje de luces,
gatitas en cueros, almas sin domesticar, tragos a la Madonna y
a la Spears, tienen academias de corte y
confección del amor. Primores de algodón.
Ahora que están las estrellas con sus nombres,
y el olvido tan lejos deberían descubrirse entre miradas,
desabrochar escotes como un mandamiento,
asaltar la razón en la blasfemia de una oración.
De seguro con eso Lennon
les compondrá una canción.
Aquí estoy en tablas en el ajedrez y las miro de cerca
aclarando el azar de las señoritas, vendiendo madrugadas
al día siguiente, contándole a la gente una falsa intelectualidad.
Mientras ustedes pueblan de besos sus bocas y se van prometiendo
jardines con chocolates y terrones de azúcar yo me fumo
a la buena salud otro cigarrillo, y me quedo sentado en la
banca de la segunda división.



Francisco Rico Hernandez.

jueves, 11 de marzo de 2010

lunes, 8 de marzo de 2010

Queen of Hearts

Fue una atardecer después de la hora del ángelus, diría yo que mientras la noche gélida hacia apto de presencia allá afuera, en el mundo.
Acá adentro recuerdo que no existía el tiempo o una guía previsora que viniera a anunciar las horas muertas o algún síndrome de minutos kamikazes intempestivos a la nostalgia del temporal. Estábamos en aquel café aislados de los demás, ocupando una mesa que daba a la venta, y llevábamos un par de cerveza y cigarros anotados en la cuenta, además de un par de besos y caricias que sumábamos entre nuestras emociones.
En sus ojos por la noche me miraban como yo los observaba, y mis manos se sofocaban, y el puerto de su boca era un huracán, mi halito de Dios que me despierta.
Un rayo enigmático fueron sus manos en mi piel, nada valía la pena, -A que horas sale tu autobús-, - Salió desde hace tres horas atrás. - Y nos echábamos a reír después, y acabábamos por ser indiscretos, no decíamos nada, había urgencias que morían, y no quedaba nada entre nadie.
En aquel lugar rompía los guiones de mis finales infelices, no había más rubia que la que estaba entre mis pupilas, tenía hombros, manos, nalgas, dedos, boca, y un nombre.
Yo tenia apenas dos décadas y estaba sin chaleco antibalas, naufragando entre esa carretera del romances sin los faros prendidos. Nunca supe decir que no, yo aposté por sus viajes, y sus historias, brindamos por algo, yo me aguantaba las ganas de orinar, y leía lo que me escribía esa mujer, mientras me fumaba sus ratos y sus octubres de princesa. Es verdad que uno se enamora y decide no tomárselo con calma.
Luego sacó de su bolso un paquete de barajas, y cayeron al piso. Las levantó. Y me las dio para que abriera el paquete, no pude. Ella lo hizo, me sorprendió, (Siempre me sorprendía) Me preguntó si sabia jugar al póker, dije que no mientras movía de un lado al otro mi cabeza. Me entregó la baraja de reina de corazones y la partimos a la mitad.
Cada quien guardo una parte, y quedamos conformes con la encomienda de volver a juntarlas un día, o al menos eso pensé, << Si algún día muero, le diré a una amiga que te la entregue>>, dijo ella. No dije nada. Sólo la miré. Era hermosa, diáfana, bonita como las flores del campo.
Lo recuerdo porque se que fue cierto. Un día, después de la hora del ángelus.

Hace un par de días atrás se me perdió mi cartera, y encima mi última esperanza de promesas incumplidas, se me fue en esa guisa mi mitad de reina de corazones. Escombré toda la habitación, la sala, los lugares que frecuento y hasta inicié una atroz investigación de cuestionamientos hacia mis conocidos más cercanos.
Ni rastro de aquel recuerdo tangible.
Pasó el martes, y el miércoles, y hasta una semana.Cuando sucumbí al desencanto de la resignación un colega de la radiodifusora me llamó a mi móvil, y me dijo:
—Loco tengo tu cartera en mi casa, el tipo que la encontró la trajo.
—Gracias — le dije—. Y entonces un corazón más feliz se encendió en el cielo.



Francisco Rico.

jueves, 4 de marzo de 2010

Rosa de Lima.


Anthonella tuvo un sueño el martes que viene,
rodando por peldaños de caracol
aterrizó en un laberinto de andenes
diciendo adiós a los trenes que pierdo yo.

Anthonella tiene un máster en desengaños,
Anthonella es una mina antipersonal,
se acuerda de quererme cada dos años
mientras yo me las apaño para olvidar

Anthonella no traiciona por treinta lucas
y en vez de silicona bajo el jersey
tiene un jardín con dos terrones de azúcar
y un popurrí de emociones con mis canciones que
le quitan el antifaz.

Rosa de lima, novia lejana
lengua de gato, bicarbonato de porcelana
dolor de muelas, pan de centeno
hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos

Ropa de abrigo ven vente conmigo

Anthonella no deshoja las margaritas
por miedo a que le digan todas que si,
cuando se le atragantan mis nochecitas
le canta las mañanitas el rey David

Los dioses que me quitan los pies del suelo
planchan su camisita y su canesú
su nikon, su abanico de terciopelo
su bolsa de caramelos, su rithm and blues

Horizontal, diez letras, nombre de dama
maldito crucigrama , maldito Bryce
se mueren los botones de mis pijamas
desde que nadie me llama "supay, supay"...

lunes, 1 de marzo de 2010

El gobernado.


En el año del bicentenario bajo el temporal caluroso que secaba los jardines y dificultaba los menesteres de la vida corriente, se encontraba en solitario el presidente y un viejo periodista que sobrellevaba en la decadencia de su persona el impasible peso de su ilustre oficio.
Ellos estaban en el palacio de gobierno de aquella republica de las Américas olvidada en los caminos del desamparo. En el escritorio el presidente vestido de un negro lúgubre, solemne y altivo fumaba sin prejuicio alguno. A pesar de su larga trayectoria como periodista de izquierda, la cual le había dejado un divorcio y una pobreza heredada a dos generaciones, ésta era la primera vez que lograba obtener una entrevista con el presidente.
—Siéntese — dijo el presidente —.
—Gracias — le respondió obedeciendo el periodista —.
Desde que había salido del liceo quiso afianzarse en alguna universidad de periodismo, y así lo hizo, cuando terminó de estudiar pronto consiguió trabajo en un periódico modesto pero de gran trascendencia.
A principios de la dictadura que ejercía el presidente que tenía enfrente, redactaba atingentemente en contra de la oligarquía, con esto rápidamente obtuvo el respeto de los colegas y el agrado de los lectores.
Al pasar los años se estableció en su trabajo la credibilidad y el respeto, se apareció la admiración, pero lo que nunca llegó fue el dinero.
Ahora ante los ojos del mandatario que lo miraba con altivez sabia que todo se había ido a la mierda. El viento de la libertad no consiguió despeinar la dictadura.
Cuando el periodista estuvo convencido de que era el tiempo de bajar la guardia abjuró hacia sus ideales, y utilizó para su bien, la invaluable oportunidad que tenia al estar con el presidente. El sopor de su vulnerabilidad lograba que su subsistencia de alguna manera lo mantuviera bajo el yugo.
Inesperadamente se atrevió a desafiar a la dictadura en la decadencia del espíritu y preparó el veneno de preguntas que comprometieran al mandatario, sin embargo la realidad se interpuso y lo hizo claudicar a su propósito cuando el presidente le preguntó:
—¿Qué horas son?
—Las horas que usted quiera señor presidente.









Francisco Rico Hernández.
Cosamaloapan, Veracruz.