domingo, 12 de octubre de 2008

13 de Junio

(El día que abrió los ojos al mundo)
I Parte.
Ya sé que eso es tonto, el tratar de hablar con un muerto. Ya sé que es tonto estar sentado en la tumba, de hablarle y decirle que has cambiado, que ahora fumas, que eres más maduro que antes y contarle que ya tienes nueva novia. Yo estoy sentado bajo el tremendo sol de allá arriba, le leo poemas de Sabines, me fumo un cigarro y creo que él desde el subterráneo me escucha o está a mi lado en silencio.
Me quedo pensando no en la hora de su muerte o nacimiento, si no en todas las cosas maravillosas de la vida que él se ha perdido; el amor, las borracheras, el sexo, el fútbol, la calle, la comida, la familia y de las mujeres. Luego uno lo analiza con toda la lucidez posible y piensa, << ¿Qué hay de lo que tú te has perdido? >> El estar en presencia de Dios, conocer la paz, los ángeles, estar en todos lados en silencio, en silencio.
El tiempo, el trabajo y la soledad absoluta, rasposa y seca del panteón te invita a la retirada (Salir corriendo de allí.) pero no sé si sólo fui a visitar o apartar mi lugar. No sabes si regresaras caminando o en una caja con los pies por delante, sudoroso cuando se te escurra la vida en forma líquida.

Ya en la calle — Gracias a Dios—, camino y de pronto me sorprende la muerte y el suculento y maravilloso culo de una mujer. También existe el carnaval de la muerte. Mantengo los ojos y la mirada en los dolientes que van hacia la pachanga donde se ríe y juega con nosotros la muerte. Pero no me imagino que son dos funerales, el mismo día, a la misma hora y los dos pasan enfrente de mí. Ahora recuerdo que hace un rato fui a visitar a mi amigo muerto, el bueno de Chema — Digo ahora bueno— por que cuando vivía para algunos eran un pendejo, algo sin vergüenza y cabrón, para mí siempre fue lo que él quiso. Pero ahora dicen que ya cambió (La vida no sólo nos cambia, la muerte igual, con el único inconveniente de que nos pone más feos.)
La muerte hoy, la muerte ayer, la muerte mañana, nos fermenta a todos, nos bendice. Pero lo único que no me gusta es que en este pueblo todos se mueren el miércoles.






A José María Palmero Alvarado.
“Un día nos veremos hermano, espérame sentado” Francisco E. Rico Hernández.

No hay comentarios: