jueves, 10 de diciembre de 2009

ELEGIA A DOÑA JUANA LA LOCA

ELEGIA A DOÑA JUANA LA LOCA
A Melchor Fernández Almagro

Princesa enamorada sin ser correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.

Eras una paloma con alma gigantesca
cuyo nido fue sangre del suelo castellano,
derramaste tu fuego sobre un cáliz de nieve
y al querer alentarlo tus alas se troncharon.

Soñabas que tu amor fuera como el infante
que te sigue sumiso recogiendo tu manto.
Y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.

Tenías en el pecho la formidable aurora
de Isabel de Segura. Melibea. Tu canto,
como alondra que mira quebrarse el horizonte,
se torna de repente monótono y amargo.

Y tu grito estremece los cimientos de Burgos.
Y oprime la salmodia del coro cartujano.
Y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra temblorosa y rasgada.

Tenías la pasión que da el cielo de España.
La pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡Oh princesa divina de crepúsculo rojo,
con la rueca de hierro y de acero lo hilado!

Nunca tuviste el nido, ni el madrigal doliente,
ni el laúd juglaresco que solloza lejano.
Tu juglar fue un mancebo con escamas de plata
y un eco de trompeta su acento enamorado.

Y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

Para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
O se enredan serpientes a tus senos exhaustos...
¿Dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿Dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?

En el cofre de plomo, dentro de tu esqueleto,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.
Y Granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

Eloísa y Julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de Castilla
a dormir entre nieve y cipresales castos.

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
los cipreses, tus cirios; la sierra, tu retablo.
Un retablo de nieve que mitigue tus ansias,
¡con el agua que pasa junto a ti! ¡La del Dauro!

Granada era tu lecho de muerte, Doña Juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la yedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y el arrayán romántico.

Princesa enamorada y mal correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y desolado.
La tumba que te guarda rezuma tu tristeza
a través de los ojos que ha abierto sobre el mármol.


Diciembre de 1918
Federico García Lorca.

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ELEGIA A DOÑA JUANA LA LOCA

(Traduccion)

Princesa enamorada sin ser correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y olvidado.
La tumba que te espera llora tu tristeza
a través de los ojos que se abrieron sobre el mármol.

Eras una paloma con alma grandiosa
cuyo nido fue sangre del suelo noble,
regaste tu fuego sobre un la copa de nieve
y al quererle incitarlo tus alas se quebraron.

Soñabas que tu amor fuera como el niño
que te sigue obediente recogiendo tu ropa.
Y en vez de flores, versos y collares de perlas,
te dio la Muerte rosas marchitas en un ramo.

Tenías en el pecho la formidable aurora
de Isabel de Segura. Dura. Tu canto,
como alondra que se ve romperse en el horizonte,
se vuelve de repente simple y amargo.

Y tu grito agita los cimientos del pueblo.
Y oprime el canto del coro de los carruajes.
Y choca con los ecos de las lentas campanas
perdiéndose en la sombra temblorosa y destrozada.

Tenías la pasión que da el cielo de España.
La pasión del puñal, de la ojera y el llanto.
¡Oh princesa divina de oscurecer rojo,
con la rueda de hierro e hilo de acero!

Nunca tuviste el nido, ni el árbol doliente,
ni el arpa severa que llora distante.
Tu severidad fue un adulto con escamas de plata
y un eco de trompeta su pronunciación enamorado.

Y, sin embargo, estabas para el amor formada,
hecha para el suspiro, el mimo y el desmayo,
para llorar tristeza sobre el pecho querido
deshojando una rosa de olor entre los labios.

Para mirar la luna bordada sobre el río
y sentir la nostalgia que en sí lleva el rebaño
y mirar los eternos jardines de la sombra,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

¿Tienes los ojos negros abiertos a la luz?
O se enredan serpientes a tus senos agotados...
¿Dónde fueron tus besos lanzados a los vientos?
¿Dónde fue la tristeza de tu amor desgraciado?

En el cofre de plomo, dentro de tus huesos,
tendrás el corazón partido en mil pedazos.
Y Granada te guarda como santa reliquia,
¡oh princesa morena que duermes bajo el mármol!

Eloísa y Julieta fueron dos margaritas,
pero tú fuiste un rojo clavel ensangrentado
que vino de la tierra dorada de Castilla
a dormir entre nieve y pasto limpio.

Granada era tu cama de muerte, Doña Juana,
los árboles, tus cirios; la sierra, tu imagen.
Una pintura de nieve que apaga tus ansias.
¡Con el agua que pasa junto a ti!

Granada era tu cama de muerte, Doña Juana,
la de las torres viejas y del jardín callado,
la de la hiedra muerta sobre los muros rojos,
la de la niebla azul y los arbustos románticos.

Princesa enamorada y mal correspondida.
Clavel rojo en un valle profundo y olvidado.
La tumba que te espera llora tu tristeza
a través de los ojos que se abrieron en el mármol.



Dicembre del 2009.
Francisco Rico Hernandez.


P.d, noventa años despues.
mi primera traduccion, del castellano
al español, espero sobre todas las cosas no maltratar el poema.