lunes, 28 de septiembre de 2009

Cronica de un viaje.

“Hay veces que uno emprende aventuras y viajes a lugares que no conoce, es bien raro hacer esos viajes y más cuando suele ser el día en que naciste. Los amigos y tu familia no entienden tu repentina decisión de marcharte prometiendo que volverás un día, pero que volverás. No haces otra cosa que sentirla a ella a pesar de las distancias. Sabes que cuando llegas a la estación la veras, y ella a ti. Te da por sentir ese revoloteo de sentimientos en tu panza, y luego, luego tienes ganas de vomitar de la emoción.”

Lo recuerdo, había emprendido el viaje para coincidir con ella, el día de san Miguel de arcángel, un tal 29 de septiembre. Había seguido las recomendaciones de la señorita de la ventanilla que un día atrás me atendió en la terminal de autobuses y me aclaró que lo mas oportuno seria no comprara el boleto en ese momento, ya que las carreteras estaban inundadas e intransitables, que lo que debería de hacer era comprarlo al día siguiente.
Por esa razón llegué a la estación con una hora de anticipación en medio de una madrugada angelical. Volví a comprar el boleto numero 9. Y cuando me embarqué en el autobús lleno de optimismo sentí un apoyo con una frase de amor que había llegado a mi celular. No pude dormir en todo el viaje, y por la ventanilla vislumbraba el amanecer en la cuenca del papaloapan, era mágico, había unas nubes teñidas de un dorado nostálgico, y un sol enorme que salía bostezando al mundo, a las nubes se las llevaba el viento, y sobre el rio volaban algunas mariposas. Luego ahí esta el mar, un mar tranquilo que miraba de lejos y que me daba paz.
El conductor amenizaba el viaje con música, la misma que me daba por imaginarme un mundo con La Bella, tenia ganas de verla, y que volara el autobús,— Maldición porque no me compré un boleto de avión, pensé desilusionado.
Total que llegué al puerto a las nueve de la mañana, como la carretera que me llevaría al lugar exacto donde encontraría a La bella esta inundada tuve que transbordar. Por eso mi primera parada fue el puerto. Había una ventanilla exprés sólo para estos viajes de amor. Después de comprar el boleto tuve que esperar en contra de mi voluntad una hora a que el autobús llegara.
Viví un tedio escabroso en la terminal, había una multitud de personas formadas en fila india que avanzaban lentamente hacia las ventanillas. En el muro de la pared que tenia enfrente había un cartel de Maelo Ruiz que anunciaba su concierto en los próximos días, por igual se encontraba otro cartel que invitaba al público a la presentación del ballet Ruso de Moscú. En punto de las diez de la mañana abordé el último autobús que me pondría en el mismo lugar que el de La Bella. Mientras emprendíamos el viaje en plena carretera me dio por verme en la necesidad de armar un buen argumento que dijera algo mas que un “Hola Bella, un gusto en verte” no sabia que coños le iba yo a decir a esa mujer que me había convertido en un extraterrestre enamorado. Luego me calmé un poco y decidí ver la película que nadie estaba viendo. La mayoría de los pasajeros dormía. No sentí la primera hora de viaje, pero la segunda hora vino a romperme la cordura. A la señora que viajaba con sus dos pequeños hijos en los asientos de atrás le pregunté:
—¿Disculpe, cuando falta para llegar?
—Normalmente el viaje dura menos de dos horas— dijo—.
—Vamos retrasados — dije—.
—Si, pero no se preocupe joven llegaremos pronto.
No podía concebir esos retrasos ocasionales ya que había pactado una hora exacta con La Bella, el violar ese pacto con una hora de retraso me hacia sentirme exasperado.
—Mierda— dije. Y volví a recortarme para tratar de encontrar un remido para aquellas astucias de las horas.
Cuando entramos a la ciudad y vi el anuncio de Bienvenidos mi corazón se hinchó de felicidad. Estaba a un par de minutos de verme con la mujer con la que había soñado.
Estiré los músculos, dibujé una sonrisa en mi cara, y bajé del autobús.
Caminé por los andenes hasta llegar a los baños de la estación, saqué de mi mochila trotamundos un abrigo y me lo puse. Cuando me puse sobre el tocador del baño me lavé la cara, y me enjuague la boca además de peinarme y giñarle el ojo al espejo.
Mientras caminaba hacia la sala de espera me froté las manos tratando de quitarle el frio a mis manos, había cambiado en un par de horas de un clima caluroso a uno gélido.

Total que acostumbrado o no a esos climas salí de la estación y me fui al lugar centro en donde nos quedamos de ver la Bella y yo. No estaba. No supe que hacer. Y la busqué con los ojos llenos de pánico por no encontrarla. No estaba en las bancas de la afuera en las cuales nos quedamos de ver, tampoco en el pequeño parquecito de enfrente, ni mucho menos por el túnel en donde salían los taxis y a los cuales fui con la misión de encontrarla. Nada ni rastro de la Bella.
A mi mente llegó la certidumbre de que por culpa de los retrasos la Bella se había marchado de allí encolerizada, y eso era lo más obvio pues no la encontré en el lugar en donde pactos vernos.
Cuando regresaba desilusionado a la sala de espera y con la firme convicción de irme, la vi de lejos sentada en una de las bancas de afuera, estaba fumando un cigarrillo y tenía las piernas cruzadas. Estaba vestida con un pantalón de mezclilla y una camisa blanca ligera y tenía una chaqueta de cuero y unos lentes ray-ban puestos, su cabello de sirena lo tenía amarrado. Estaba irremediablemente bella, tenía una presencia sublime y una personalidad seductora. La Bella me esperaba y yo estaba consiente de ello, no había mas cuerpo en el mundo para mi que el de la Bella.
No me dirigí inmediatamente hacia ella, entré sin que me viera a la sala de espera y ahí me compré una cajetilla de cigarros para calmar los nervios y anestesiar la cabrona timidez. Mientras fumaba un cigarrillo, exhalaba el aire y pensaba que lo a continuación sucedería jamás lo iba a olvidar.
Apagué el cigarrillo y caminé lentamente hacia el lugar de la Bella, cuando la vi ella alzó la vista y me miró suavemente, se levantó de la banca y me sonrió y yo le dije:
— Hola.


Francisco Rico.

4 comentarios:

pájaro pequeño dijo...

que bueno el final :)

•Eveelyn dijo...

Y es que toda espera tiene su premio al final. Me gustó, me gustó mucho.

Abrazo gigantesco!

Radamanthys dijo...

Fascinante Francisco, esta historia esta exelente. Tu buscas a la Bella mientras yo busco a la Maga, seres igual de hermosos,y en mi caso, inalcanzables.

Nos leemos

Ayrton Vargas

Diario de un PEaton dijo...

como olvidarme de la bella...